Firmas
Rivera, Sánchez y Torra... vaya panda de insensatos
- Rivera ha encontrado un filón electoral en la defensa del 155
Julio Anguita
Parece ser que tras el impresionante choque de locomotoras producido por la frivolidad del expresidente de la Generalitat de Cataluña, Carles Puigdemont, y la mesetaria torpeza de su homólogo en el Gobierno de la nación, Mariano Rajoy, va a reeditarse otro desastre político, pero con otros tres máximos protagonistas. Los líderes de Ciudadanos y PSOE, Albert Rivera y Pedro Sánchez y el nuevo inquilino de la Generalitat, el recién nombrado Quim Torra.
El señor Torra pretende continuar con un proyecto independentista catalán cargando con la pesada mochila de sus pasados escritos xenófobos. Este numantino catalán, obcecado e insensato, no quiere darse cuenta de que está reforzando las tesis de quienes de manera rigorista y torpe mantienen en la cárcel a compañeros y correligionarios de la causa independentista catalana.
Tras lo que se ha vivido en los últimos meses, el proyecto, políticamente legítimo, de una República Catalana es cada vez más inviable, al menos con esta reedición del mito de la carga de la caballería polaca contra los acorazados nazis.
El señor Albert Rivera ha encontrado un filón electoral en la defensa a ultranza de la aplicación del artículo 155 como permanente espada de Damocles sobre la Generalitat de Catalunya. Seguramente cree que "cuanto peor mejor"; pero para él y la cosecha de votos que el extremismo patriótico parece producir. ¿Qué modelo de Estado defiende? ¿Piensa en algo más allá del horizonte electoral de 2019 y 2020?
El señor Pedro Sánchez, también abducido por la fiebre electoral, no ha querido perder comba y se ha sumado con una propuesta de choque que, cual Triaca Magna, acaba con el veneno y también con el envenenado. Viene a proponer que los contenidos que tipifican el delito de Rebelión sean sustituidos por otros que encajen así con los deseos del juez Llarena, la Fiscalía y tutti quant consideran que el fin justifica los medios.
Su propuesta, a todas luces guiada por la apetencia de participar en el cuerno de la abundancia de los votos procedentes del mismo "patriotismo", que a finales del siglo XIX se lanzó a las calles de España para exigir la declaración de guerra contra Estados Unidos, no solo es torpe sino suicida y, también, de doble filo. Van a conseguir que Cataluña acabe yéndose.
Mientras todos sigan presos de las dinámicas de confrontación que les son rentables a corto plazo, seguiremos instalados en un conflicto sin visos de solución alguna a corto y medio plazo. ¿Hasta cuándo?