¿Sindicalismo o feminismo o ...?
J. R. Pin Arboledas
Digan lo que digan los sindicatos, su presencia este 1 de mayo ha sido decepcionante. La suma de las manifestaciones en varias ciudades suman poco más de cien mil asistentes ¿Qué fue del cerca de un millón de los primeros de mayo de antaño? ¿Por qué se reducen año tras año? La influencia de los sindicatos se reduce lo mismo que su afiliación, que no supera la cifra de antes de la crisis.
Mal dato para sus dirigentes. Una época posterior a una crisis con los ERE y los descensos salariales es un campo abonado para que crezca la afiliación sindical. Pero ni aún así la recuperan ¿Por qué? Hay varias razones. Tres significativas: la primera, el cambio de la economía; la segunda, una mala ley sindical; y la tercera, la desviación de la misión de sus organizaciones por parte de los dirigentes sindicales.
El paso de una economía industrial a una de servicios, analógica a digital, local a global ha cambiado el mercado de trabajo. Los nuevos trabajadores, digitales, de servicios y mundiales compiten como profesionales, negociando sus salario, si pueden, de manera individual. Los sindicatos ven reducida la base en la que publicitar su producto: la negociación colectiva de salarios y condiciones laborales.
Además, la negociación salarial al alza reduce la competitividad de las empresas y reduce los puestos de trabajo, haciendo más difícil la labor sindical.
El sistema español tampoco favorece la afiliación. Cuando un Comité firma el Convenio Colectivo se aplica igual a los sindicalizados que a los que no los son; por tanto, no hay ningún incentivo para sindicalizarse. Cambiar esto incitaría a la afiliación. La firma del convenio solo debería ser útil para los sindicalizados. Con ello, los sindicatos mejorarían su independencia económica y podrían prescindir de las subvenciones públicas; sería la mayoría de edad del sindicalismo español.
Por si faltara poco, los dirigentes sindicales parecen más preocupados de colectivos como las feministas, los pensionistas o los independentistas que de las preocupaciones de sus afiliados; quieren ocupar el lugar de los partidos políticos u otras asociaciones. Algo fuera de la misión que debería ser prioritaria: reivindicar las condiciones laborales dentro de las empresas, mediante la negociación profesional.
Los abandonos en Cataluña de afiliados de UGT por la presencia en la manifestación pro políticos presos debería haberles avisado. Pero como decía un dicho griego clásico: los dioses ciegan a los que quieren perder.
Así que el cambio en el mercado laboral, el mal diseño del sistema sindical y la ceguera de sus cúpulas pueden convertir al sindicalismo español en inoperante. Errores para ellos y para la economía española, porque las empresas necesitan sindicatos fuertes, que no olviden cuál es su primera y principal misión.