Firmas
¿Más salarios en la Administración?
J. R. Pin Arboledas
La falta de presupuestos en periodos de crecimiento tiene efectos negativos. Pero hay uno positivo. Los gastos están fijados por el del año anterior y los ingresos siguen subiendo (IVA, IRPF, Sociedades, etc) porque dependen de una actividad económica que aumenta. En consecuencia, la Hacienda Publica experimenta un síndrome de "cuentas saneadas". El déficit público se mide por la tesorería (gastos-ingresos) por eso tiende a ser menor que si hubiera presupuestos. El Ministerio de Hacienda experimenta una euforia recaudatoria y las resistencias a las presiones se reblandecen ¡Será por dinero!, piensan sus dirigentes.
En ese caso, ante las reclamaciones de subidas salariales en el sector público la austeridad se diluye. La Unión Europea, que vigila la evolución de las cuentas públicas de España, deja de estar preocupada. La subida anunciada a las fuerzas de Seguridad del Estado (probablemente merecidas) y los acuerdos de incremento de los salarios públicos pueden deberse a esa "euforia de liquidez". Las demandas se van trasladando de unos departamentos a otros y van siendo aceptadas: ¡Viva la fiesta!
Si, además, hay un Gobierno en minoría, con encuestas a la baja y una oposición atacando, la situación está servida. Después de un periodo de austeridad, en que la opinión pública aceptaba congelaciones o, incluso, reducciones salariales, parece razonable su aumento. Si, encima, empiezan las tensiones inflacionistas, aumentan las razones para ceder e incrementar salarios; y como en el periodo anterior se restringió el acceso de nuevos funcionarios públicos, los sindicatos del sector público reclaman el aumento de empleados.
Es muy probable que el cóctel de todos estos efectos sea de alguna forma irresistible. Hasta el más liberal de los gobiernos acaba cediendo. La cuestión es, por un lado, si esa cesión se debe a un cálculo meramente electoral, pensando en los efectos, en los votos que se obtendrán de esas subidas salariales; y por otro, a un convencimiento sobre la productividad de la economía en general, de la que el sector público es una parte sustancial.
Si es solo un cálculo electoral, tarde o temprano esas subidas darán lugar a inflación que cebará nuevas demandas salariales y así sucesivamente. Un círculo vicioso, que tarde o temprano acabará por reducir la productividad general de la economía e iniciará una fase depresiva en el ciclo económico.
Por contra, si los aumentos en salarios y contratación de empleados públicos se deben a un convencimiento de estrategia de política-económica para aumentar la productividad del sistema, los aumentos empujarán el crecimiento, potenciando la fase expansiva del ciclo.
La pregunta ahora es: ¿a cuál de las dos motivaciones se deben los acuerdos últimos de aumento de salarios públicos? o ¿a una mezcla de ambas?