Firmas
Rajoy, Cataluña y el día de la marmota
Francisco Jerez Lozano
Rajoy pierde, España se paraliza y el independentismo gana sin mayoría social. A pesar de una participación histórica se mantiene la dicotomía independentista-unionistas y parece que nos encontramos de vuelta a la casilla de salida, contagiando la inestabilidad al resto de España y con escenarios difíciles de predecir.
Por un lado, la victoria de Cs, aunque histórica, es claramente insuficiente. Sin embargo ha roto el discurso independentista que ya no puede apoderarse del pernicioso concepto de "pueblo catalán" siendo el partido naranja el más votado.
Por otro, Puigdemont seguirá empeñado en una realidad paralela, cercado por la justicia, pero con un respaldo alto de catalanes que creen en la sociedad de la tierra plana. Tal y como lo explicó Frantz Fanon, la disonancia cognitiva se ha implantado en el independentismo para no aceptar ninguna evidencia en contra, por fuerte que sea ésta.
El Partido Popular, varias elecciones después, ha sido víctima de su propio discurso. El llamado "voto útil" le ha arrasado en unas elecciones de polarización, en donde las posturas más extremas acaban juntas en el grupo mixto y las ambiguas tampoco convencen al electorado.
Con estos resultados será difícil ver al Presidente del Gobierno hacer un gesto, con una personalidad política marcada por el inmovilismo, con un PP catalán herido de muerte, con tan solo 3 escaños y poco más que perder a nivel autonómico, la debilidad de Rajoy a nivel interno crece por el descalabro del bipartidismo en estas elecciones. Un Presidente que es el último reducto de una generación de líderes políticos que tarde o temprano se han ido retirando.
Ahora, la inestabilidad crece con la lucha por el voto de centro derecha con el partido naranja y la dificultad para sacar los Presupuestos en el Congreso de la mano de un PNV que simpatiza con los independentistas catalanes: un juego de equilibrismo máximo, con la amenaza real de adelantos electorales tanto a nivel nacional como catalán.
¿Habrá más de lo mismo si el independentismo gobierna? Ya sabemos cómo acabaría una nueva partida de ajedrez, con el 155, la herramienta de autodefensa del Estado. Está crisis de Estado se confirma que lo es también de clase política de toda España. En una guerra de trincheras, en la que política de sonrisas y lágrimas ha demostrado que lejos de solucionar el conflicto lo agrandan, necesitamos tener políticos con altura de miras que nos despierten del día de la marmota, hablen el mismo idioma que sus conciudadanos, eviten otras nuevas elecciones y recompongan la fractura social.