Firmas

Atrapado en el tiempo

    <i>Foto: Europa Press</i>

    Mariano Guindal

    Lo peor que puede pasar el 22 de diciembre, incluso para los propios independentistas, es que todo quede igual. El hecho de que ERC sea el partido más votado y pueda formar Gobierno con el PDeCat con el apoyo de la CUP es tanto como volver a la casilla de salida. Como en el film de Harold Ramis, equivaldría a estar Atrapado en el tiempo (1993). De vuelta al día de la marmota, como Bill Murray en la citada película. Una pesadilla propia de una novela de Kafka, que es una hipótesis más que posible.

    ¿Qué ocurriría si los soberanistas de una u otra forma acabaran gobernando? Solo hay que escucharles: volverían a retomar las cosas donde las dejaron, en la reconstrucción de la República de Catalunya. Ante esto, a Rajoy no le quedaría más remedio que tomar nuevas medidas al amparo del artículo 155.

    Paralelamente, los procesos judiciales se mantendrían y la maquinaria de la Justicia seguiría funcionando, lenta pero inexorablemente. No hay que olvidar que Carles Puigdemont, Oriol Junqueras, los Jordis, Carme Forcadell y los consejeros de la Generalitat procesados que hicieron posible la proclamación unilateral de independencia cometieron uno de los delitos más graves contemplados en el Código Civil.

    Magistrados progresistas como Manuela Carmena, actual alcaldesa de Madrid, saben que un delito de esta categoría no puede quedar sin castigo, aunque no estén de acuerdo con la prisión preventiva. Si no es así, ¿qué pasaría si en el futuro los que tratan de subvertir el Estado son de extrema derecha?

    Ante tal situación, la inestabilidad política, económica y social supondría un coste de oportunidad altísimo, no solo para Cataluña sino también para España y de alguna manera también para Europa. Sabiendo que las cosas serían así, ¿cómo se explica que un electorado maduro como el catalán pueda cometer el mismo error? Parece evidente que la opción independentista en estos momentos no representa ningún tipo de alternativa coherente ni de liderazgo. Por tanto, ¿debería ser la opción mayoritaria? No tiene sentido, aunque, como reza el dicho, sarna con gusto no pica. El sentido común nos permite afirmar que nada volverá a ser igual que antes, por la cuenta que nos tiene.