Los datos son el petróleo del siglo XXI
- Todos los dispositivos que utilizamos generan información valiosa
José Luis Friebel
¡Abróchese el cinturón! Dentro de tan sólo dos décadas, asistiremos a una revolución sin precedentes en nuestra historia reciente. La humanidad va a cambiar más en los próximos 20 años, que en los trescientos anteriores, gracias a la tecnología.
Viajaremos de forma virtual a los lugares más alucinantes -sentados cómodamente en el salón de casa- y billones de dispositivos y electrodomésticos de nuestra vida cotidiana estarán conectados gracias al Internet of Things. La tecnología avanzará, cada año, hacia un mundo más conectado, que tendrá un gran impacto en nuestro estilo de vida y en la forma de relacionarnos con el mundo exterior.
En este nuevo ecosistema digital, la conectividad será como el oxígeno: un elemento indispensable para la supervivencia. Sin las redes e infraestructuras tecnológicas que hagan posible la circulación rápida y segura de los datos, no podremos conducir nuestro "coche conectado". Será imposible, por ejemplo, que podamos cuidar nuestra dieta gracias a los frigoríficos inteligentes o que los wereables -que llevaremos incorporados- hablen, directamente, con nuestro médico de cabecera.
Dentro de este mundo hiperconectado, los expertos en inteligencia artificial y robótica creen que, en 2027, los ordenadores igualarán la capacidad del cerebro humano y serán capaces de desarrollar ciertas emociones. Hoy en día, parece una fantasía propia de Blade Runner, pero se convertirá en una realidad. Los científicos coinciden en que los avances en materia de inteligencia artificial y computación cognitiva alcanzarán un desarrollo sin precedentes.
Velocidad, cambio, transformación e hiperconectividad son los cuatro conceptos clave sobre los que pivota este cambio de paradigma. Hoy en día, cerca de la mitad de la población mundial utiliza internet, lo que representa más de 3.700 millones de personas conectadas. Y, en esta nueva era digital, los datos se han posicionado ya como el nuevo petróleo. Un tesoro apetecible para cualquier compañía.
Las cifras hablan por sí solas. Cuesta imaginar el volumen de datos que genera tanta gente conectada a la vez en todo el mundo. Para hacernos una idea, esto es lo que ocurre, cada minuto, en internet: se escriben más de 450.000 tuits; se suben casi 42.000 fotos a Instagram; se envían 156 millones de correos electrónicos y más de 16 millones de SMS. En esos 60 segundos, se descargan, además, 342.000 apps; se realizan 3,5 millones de búsquedas en Google; se generan más de 4 millones de horas de vídeo en Youtube, y se envían 15.000 archivos GIF.
La hiperconectividad es ya la nueva forma de comunicación entre seres humanos. Pero no sólo nosotros suministramos esos datos. Nuestra ropa, los wereables y demás dispositivos crean contenidos y generan información muy valiosa para las empresas. En definitiva, datos y más datos.
La implementación del 5G permite la transmisión de datos en dispositivos móviles a una velocidad enorme. Pero también mejorará, y mucho, la calidad de las conexiones de datos y reducirá la latencia. Y es, precisamente, esa tecnología la que impulsará los coches autónomos (sin conductor), que saldrán al mercado en 2020. Los fabricantes de automóviles vaticinan que un vehículo autónomo generará, en una hora y media de conducción, un total de 4 terabytes. Imagínese ese volumen de datos, multiplicado por todos los coches que circulan hoy en el mundo.
El futuro no es algo que ocurrirá dentro de 15 o 20 años. ¡La revolución tecnológica ya ha empezado! Para afrontar este nuevo horizonte con garantías, España necesita realizar una mayor inversión en formación digital, tanto en las aulas, como en las empresas. Es vital que un lenguaje universal, como es la programación, se imparta en los colegios, como sucede con el inglés o el francés.
En este cambiante escenario económico y laboral, tendrá un papel determinante la eficiencia de los centros de datos, encargados de procesar y almacenar toda esta vorágine de información. Se trata de un mercado pujante, que se reinventa cada año para encontrar nuevas formas de almacenamiento y manejo de datos.
El futuro no es sólo algo que nos ocurre, el futuro es algo que nosotros creamos. Y así, hemos pasado de un mundo predecible, sujeto a patrones y normas, a otro impredecible. ¡Bienvenido a la era de los datos!