Firmas

El paraíso es la otra cara del infierno

  • Los ricos son ricos y que buscan la forma de pagar menos impuestos
  • Como esas parejas que deciden simular una separación o divorcio
<i>Isabel II. Foto: Efe</i>

Víctor Arribas

El escándalo de estos días relacionado con la nueva publicación de documentos privados vuelve a demostrar, como ya ocurriera con la anterior oleada de papeles, que los ricos son ricos y que buscan la forma en que pueden pagar menos impuestos. Como cualquier hijo de vecino. Como hace usted cuando, reunido con su asesor fiscal, repasa las posibilidades de deducción por conceptos como la compra de una vivienda o la imposición de una cantidad anual en el plan de pensiones. A otro nivel, los millonarios buscan que sus extraordinarios capitales se adapten a las exigencias de cada lugar del mundo en el que más les interesa acomodarse.

Si lo hacen respetando las leyes establecidas en los países implicados en el movimiento de su dinero, su conducta es irreprochable aunque se convierta en escarnio durante la oleada que dura la difusión pública de sus datos privados. Se ven sometidos a una persecución pública porque han ejercido su pleno derecho a operar en lugares del mundo donde no hay impedimento legal alguno para hacerlo. Si han declarado esas operaciones en los países en que se producen las rentas, si no han ocultado a la Hacienda pública la existencia de su dinero fuera del país ni las decisiones que en pleno uso de su libertad han elegido realizar, verse a diario en los titulares y los juicios catódicos no debe ser plato de gusto para los interesados. La presunción de culpabilidad no es un buen argumento en las sociedades libres y justas.

Si lo que hacen es cometer el delito de ocultar su dinero, su inversión o su operación en el extranjero, todos los programas especiales que se hagan para denunciarles serán pocos. Como se han hecho sobre los casos de corrupción que han salido a la luz en los últimos años, con todo fundamento.

Los multimillonarios defraudadores que cometan esa ilegalidad, delito fiscal evidente, serían como esas parejas que deciden simular una separación o divorcio para beneficiarse de las ventajas que pueda tener, mientras siguen viviendo juntos engañando al fisco "legamente". Ocultarían su patrimonio sin pagar lo que deben.

La denostada existencia de paraísos fiscales, que existirán siempre pese a que los gobiernos de todos el mundo se llenen la boca con el combate contra ellos, demuestra demás algo que no se pone nunca de manifiesto en la denuncia de inversiones o cuentas offshore. Esos capitales buscan mejor acomodo en países más livianos en su trato al contribuyente porque el paraíso es la antítesis del infierno, porque el paraíso tratado ahora de forma despectiva y criminalizada existe porque hay infiernos fiscales en los que se aplica una dinámica recaudatoria compulsiva, para garantizar el bienestar de los estados.

Andorra, las Antillas neerlandesas, Gibraltar, Antigua y Barbuda, Bahamas, las Islas Vírgenes británicas y las de Estados Unidos (no Panamám que queda excluido de la lista de paraísos de la OCDE y tiene tratados firmados con España)... se aprovechan de forma ventajista del exceso fiscal que se comete en muchos países occidentales. Lo cual no justifica su existencia, aunque sirve para explicarla.