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Usar todos los medios para renovar el parque automovilístico español


    Gerardo Pérez

    Nos acordamos de que el parque automovilístico de nuestro país es demasiado antiguo cuando en ciudades como Madrid y Barcelona se restringe el tráfico porque hay un pico negativo en la calidad del aire. En estos casos, el coche vuelve a estar en la picota y es visto como parte esencial del problema, y no como parte necesaria de la solución. Porque, digámoslo ya, el coche es parte esencial de nuestras vidas; asegura nuestra movilidad y es estratégico económica y socialmente. No hay duda en esto, y decir lo contrario se podría definir como demagogia.

    Entonces, ¿cuál es problema real? Pues el problema no es de cantidad, sino de calidad. No estaríamos hablando de restricciones en el tráfico de nuestras ciudades si los coches que acuden a ellas diariamente y que circulan por sus calles fueran más modernos; no es comparable la eficiencia ni el nivel de emisiones de un vehículo de diez años con la de uno de cinco.

    El problema es que España es un país de coches viejos, de coches con una edad media que roza los doce años, lo que nos coloca en el mismo nivel que países como Grecia, Portugal o Eslovenia y que, al mismo tiempo, no aleja de otros, como Francia, Alemania y Reino Unido, en los que la edad media de su parque está entra entre los ocho y los nueve años.

    Estamos de acuerdo en que tenemos un problema, un grave problema que tiene efectos sobre el medio ambiente y sobre la seguridad vial. Desgraciadamente, la necesaria renovación del parque no parece estar entre las prioridades de nuestro Gobierno, lo que nos vuelve a alejar de naciones que ven no sólo en la renovación del parque, sino en el impulso de los vehículos de bajas emisiones algo estratégico en sus políticas.

    Me refiero a Francia, donde se están estableciendo medidas para incentivar la adquisición de vehículos más eficientes a cambio de achatarrar los coches más viejos, medidas, que, por cierto, favorecen sobre todo a los ciudadanos con menos recursos. Lo mismo se puede decir del Reino Unido, que va a dedicar más de 1.100 millones de euros en tres años para impulsar la compra de vehículos de bajas emisiones, de tal forma que pueda cumplir sus objetivos de cambio climático, al tiempo que lo contempla como una oportunidad para desarrollar nuevas actividades económicas capaces de generar riqueza y empleo.

    Renovar con el coche usado. Aquí echamos de menos un acercamiento, desde un punto de vista amplio y con perspectiva, al problema del envejecimiento del parque automovilístico. Necesitamos una estrategia global, sin perder de vista nuestros objetivos en materia climática, que requiere, en primer término, generar una renovación intensiva y mantenida en el tiempo de nuestros coches, usando todos los medios, no sólo propiciando la adquisición de coches nuevos, sino, por ejemplo, teniendo muy en cuenta el papel que puede desempeñar el mercado de coches usados a la hora de conseguir este objetivo.

    Volvamos la vista de nuevo a países vecinos: Francia, dentro de las medidas antes comentadas, subvencionará la compra de un coche usado a cambio de mandar al desguace un coche viejo. Esta medida aceleraría mucho, sí, también en España, el rejuvenecimiento del parque. En esto, los compradores parecen estar de acuerdo; según una reciente encuesta en la que hemos participado, el 75% de los españoles estaría dispuesto a adquirir un coche usado, de los que el 61% optaría por un usado "joven", es decir, con menos de cinco años.

    Pero, volviendo a la calidad del aire, todo esto no es suficiente en paralelo se necesita, dentro del enfoque global del que antes hablaba, que elementos como el vehículo autónomo o la conectividad coche-infraestructura se hagan esenciales para mejorar la eficiencia y la racionalidad en la movilidad urbana e interurbana; un cambio de fiscalidad que propicie la circulación de vehículos con más exigencias medioambientales o repensar los protocolos de actuación ante episodios de alta contaminación, permitiendo la circulación de modelos menos contaminantes e incentivando en tales casos la economía colaborativa (car-sharing) o potenciar el transporte público y él de empresa.