Firmas

El golpe que paró el rey

    Felipe VI, foto de archivo

    Amador G. Ayora

    Todo estaba prácticamente perdido el lunes. El grupo de empresarios nacionalista, los mismos que auparon a Artur Mas y le animaron a desafiar al Estado en 2015, estaban ahora a punto de tirar la toalla al ver que sus gestiones para evitar la Declaración Unilateral de Independencia (DUI) estaban abocadas al fracaso.

    La comunicación con Puigdemont de familias como los Carulla, Rodés ó Grifols nunca fue tan fluida como con Mas Pero mantienen sus resortes de influencia en el PdeCAT al que apoyan (financieramente). Algunos de ellos, salpicados por problemas fiscales con la Hacienda estatal, transitaron del nacionalismo al independentismo y ahora emprenden el camino de vuelta, tras enfrentarse de sopetón con la realidad de la caída de pedidos y el traslado de sedes sociales.

    Primero fue una manera de presionar para obtener concesiones fiscales y rebajas de impuestos. La Diada de 2012, en la que cerca de dos millones se echaron a la calle para protestar contra la política de recortes del Gobierno central y su negativa al pacto fiscal, hizo perder la cordura a los acólitos de Artur Mas. Poco a poco subió el tono de las exigencias al Estado, le presentó un listado con decenas de demandas insatisfechas y como obtuvo el silencio por respuesta, tres años después convocó la consulta del 9-N, que perdió. Pero en vez de admitir la derrota y dimitir como hizo el ex ministro principal de Escocia, Alex Salmond, sacó pecho.

    Presumía de victoria porque contaba que a los votos independentistas había que añadir una parte de los de Podemos y continuó con su desafío. Con un Gobierno en minoría tras los comicios de 2015, no tuvo más remedio que acceder al chantaje de las CUP. El movimiento anarco-separatista de Anna Gabriel le exigió a cambio de su apoyo para gobernar, que el sucesor fuera Puigdemont.

    El alcalde de Girona, un periodista fracasado en todos los intentos emprendidos por crear medios de comunicación en catalán, había engañado a sus correligionarios de CiU, que lo eligieron porque habían visto en un candidato tranquilo y consentido común. En CIU cayeron en su error cuando el alcalde convocó un referéndum independentistas en Girona, que ganó por goleada. En la CUP se dieron cuenta de sus potencialidades al frente de la Generalitat.

    Estos días, Gabriel y sus secuaces recuerdan a Puigdemont su compromiso con la DUI. También que les debe el cargo, es presidente gracias a ellos. ¿Qué hizo que Puigdemont los traicionara en el último momento?, ¿la aparición de un mediador internacional, como dijo? Parece que no, los empresarios consideran que la salida de grandes firmas y su presión al PdeCAT, inclinó la balanza de su lado.

    Al margen de la presión de los lobbies, jugó un papel preponderante La Caixa. La decisión de Caixabank de mudarse a Valencia y de todo el grupo empresarial de Criteria (Gas Natural, Abertis, Cellnex, además de la Fundación) de marcharse a Baleares, fue determinante.

    En el Gobierno central suelen acusar a la Caixa de pasteleo, de defender en Cataluña unas cosas diferentes de las que dice en Madrid. "Esa ambigüedad medida, extensible a gran parte al resto del empresariado catalán, es lo que nos ha llevado a la actual situación", sostienen aún en el PP. La Fundación La Caixa es uno de los financiadores de Omnium Cultural,el movimiento juvenil de las CUP, según revelaba ABC.

    En La Caixa se defienden con que su participación en Cataluña (CaixaBank tiene una cuota del 25%) les obliga a sufragar asociaciones culturales, como hacen en otras partes del territorio español. Además, no podían imaginar que la situación se desbordara.

    Isidro Fainé, un directivo hecho a sí mismo, vinculado a movimientos conservadores, trabajador incansable y ortodoxo, no es sospechoso de apoyar a los independentistas. El presidente de La Caixa siempre mantuvo lazos muy estrechos y un compromiso inquebrantable con la Monarquia. Celebra un encuentro mensual con el Rey, como hacía con su padre, para comentar el panorama de la actualidad.

    Don Felipe se entrevistó en los días previos al discurso pronunciado el pasado 5 de octubre con el presidente de Mercadona (Juan Roig), el consejero delegado de Inditex (Pablo Isla), el ex presidente de Telefónica (Cesar Alierta) y con Fainé. Todos coincidieron en que el respeto a la Constitución y a la legalidad vigente debería ser el ámbito para el "entendimiento y la concordia", que el Rey mencionó en su discurso. El mensaje de Su Majestad fue supervisado y coordinado con el Gobierno, como es sabido.

    La conversación con Fainé discurrió por los cauces habituales, según fuentes de confianza del presidente de La Caixa. Fainé expresó al monarca su inquietud por la inseguridad jurídica si se proclamaba la DUI y le anunció el abandono de la sede social de Barcelona, si antes no veía voluntad de rectificar por parte de los dirigentes catalanes. Ambos se mostraron de acuerdo.

    En los siguientes días, Fainé se puso en marcha. Primero, se entrevistó con Oriol Junqueras, quien no aclaró las actuaciones de Puigdemont y luego se vio con éste. El resultado de la reunión no trascendió, pero debió de ser insatisfactorio, porque La Caixa anunció de inmediato su salida.

    Los estatutos del Banco exigían un mes de plazo para convocar una junta, que autorizase el cambio de sede. Pero el ministro, Luis de Guindos, al corriente del problema, echó una mano con el decreto que facilitó la operación. La salida apremiaba, entre otras cosas, para cortar la retirada de depósitos y devolver la confianza a los clientes.

    Tras La Caixa, se precipitó el anunció del resto de multinacionales catalanas, con la excepción de Grifols, uno de las pocas familias separatistas, que aguanta fiel a Puigdemont. El otro es Fernando Rodés, dueño del 40% del diario independentista ARA.

    Rodés protagonizó un encontronazo con la cúpula de la Empresa Familiar, cuando exigió que se defendiera el diálogo sin condiciones previas en el comunicado que ésta realizó la semana pasada, al término de su cita anual. La negativa de varios socios, entre ellos los Ferrero, dueños de Nutrexpa, ó los Raventós (Codorniú), evitó que triunfara su propósito.

    Las mediación del Rey Felipe VI paró el golpe de Puigdemont, su papel fue esencial, como ya ocurrió con su padre para el desenlace del 23-F. El mundo empresarial y política cerró filas con él en la celebración del 12-O.

    Otra de las maniobras fundamentales para el aislamiento internacional de Puigdemont fue la protagonizada por la ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, que dentro del Ejecutivo lidera la corriente para la aplicación del 155 frente a Soraya Sáenz de Santamaría, hasta ahora partidaria de implementar antes otras medidas.

    Cospedal firmó discretamente la adquisición de un pedido de F-18 como complemento a los 60 Eurofighter adquiridos por la Fuerza Aérea española. La compra del famoso cazabombardero americano se produjo a la par que el titular de Exteriores, Alfonso Dastis, expulsaba de España al embajador de Corea del Norte y como preámbulo a la visita de Mariano Rajoy a Estados Unidos para entrevistarse con Donald Trump.

    Rajoy recibió tratamiento de jefe de Estado amigo y Trump cortó la vía que había trabajado intensamente la Diplomacia de Romeva a través de su conexión con el lobby judío para lograr el apoyo americano.

    Con EEUU y Europa dando la espalda a los separatistas y la economía catalana en caída libre, como acreditó esta semana S&P, lo prudente para Puigdemont sería no ratificar la declaración de independencia, en respuesta a la aclaración pedida por Rajoy, y abrir una vía de diálogo dentro de la Constitución. La falta de respaldo internacional y el colapso económica dejan sus planes en vía muerta, aunque él jamás lo reconozca.