Borrachera de poder
Mariano Guindal
Cuando era joven José María Aznar tenía tres amigos íntimos: Miguel Blesa, Rodrigo Rato y Juan Villalonga. Los tres han terminado mal, con problemas con la justicia y repudiados por la sociedad. Como consecuencia, el primero, que también era el más debil de carácter, se ha suicidado poniendo fin a una presión que le resultaba insoportable.
¿Es una casualidad que tus tres amigos de juventud te hayan salido rana? Probablemente no. La explicación habría que buscarla, como en la película de Claude Chabrol Borrachera de poder (2006), en la sensación de impunidad que produce manejar todos los resortes del Estado, como le pasó al PP en 1996 cuando ganó las elecciones. Eran los jóvenes cachorros de la derecha, sedientos de poder tras catorce años de Gobiernos socialistas.
Los cuatro jóvenes seguidores de Manuel Fraga compartían sueños y vacaciones. Los matrimonios salían juntos y hacían planes. Aznar cuenta en sus memorias cómo conoció a Miguel Blesa en Logroño buscando piso, cuando los dos eran inspectores de Hacienda. Cuando se convirtió en presidente del Gobierno colocó a su amigo en la dirección de Caja Madrid.
Blesa no sabía absolutamente nada de bancos, ni de cajas de ahorros. Entonces, ¿por qué le hizo presidente de una de las principales entidades financieras del país? Sencillamente, porque necesitaba a un hombre de máxima confianza para utilizar políticamente la entidad. Eso fue posible gracias la Ley de Órganos Rectores de las Cajas de Ahorro (Lorca, 1985) aprobada por el Gobierno socialista. El resultado fue que el joven Blesa quedó deslumbrado por el mundo de la política y de las finanzas.
Blesa se hizo rico y se dio al lujo y a la buena vida. Pero nada es gratis. A cambio, tuvo que hacer algunas operaciones muy poco explicables. Aquellos excesos le convirtieron en el símbolo de la corrupción de las cajas. Blesa no salía a la calle porque le abucheaban. Lo mismo le ocurre a Rodrigo Rato. Villalonga ha sido el más listo, puso tierra por medio, llevándose los millones ganados a través de las stock options de Telefónica. De la cuadrilla, Aznar ha sido el único que se ha hecho rico sin dejar de ser honorable, al menos por el momento.