Liberbank y la reforma bancaria inconclusa
Javier Santacruz Cano
El análisis de la situación financiera de Liberbank, junto a la decisión de la CNMV de prohibir las posiciones cortas sobre este valor, inevitablemente está ligado a los acontecimientos de las últimas semanas que desembocaron en la intervención y compra por un euro del Banco Popular por parte del Santander. Más allá del más que probable agravio comparativo entre Popular y Liberbank, subyace una realidad que por una parte se debe a factores internos del propio banco y, por otra parte, a factores externos que son comunes a todo el sistema financiero español.
Desde su misma creación política, Liberbank es un ejemplo paradigmático de un gran error, como fueron los SIP o "fusiones frías": fusionar una caja de ahorros "buena" con varias "malas". En este caso, Cajastur fue la pionera estrenándose como "caja buena" que debía absorber la primera caja intervenida por el Banco de España, que fue la Caja de Castilla-La Mancha y tras ella la fusión con Caja Cantabria y Caja Extremadura.
A pesar de las ayudas públicas del Frob, el traspaso de activos dudosos al Sareb, la garantía pública con un EPA sobre los activos que procedían de la Caja Castilla-La Mancha y el apoyo para que pudiera salir a bolsa, seis años después de su creación y cuatro años después de su debut bursátil, Liberbank ha mostrado pocas señales de mejoría en su situación financiera. En todo este tiempo, ha sido incapaz de encontrar un modelo de negocio estable a futuro y, al mismo tiempo, no ha puesto todos los medios necesarios para sanear por completo su balance.
Así lo muestran sus últimas cuentas presentadas, correspondientes al primer trimestre de 2017. Liberbank tiene el dudoso mérito de ser el banco que trimestre tras trimestre genera los márgenes más bajos de la banca cotizada, estando en el filo de la navaja de las pérdidas contables. Descontando los extraordinarios por la venta de cartera de renta fija (ROF, resultado por operaciones financieras) y otros, esta entidad apenas genera 17 millones de euros trimestrales de resultado de explotación recurrente.
Los gastos de explotación se comen literalmente su margen de intereses, el cual cae interanual un 12% por la rebaja de cupones de los bonos Sareb y la debilidad de su negocio de préstamo y depósito.
Por mucho que siga reduciendo el coste de los depósitos, ni la rentabilidad de los nuevos créditos ni el crecimiento de su volumen son suficientes para sostener una generación recurrente de ingresos y comisiones. Sin embargo, esta situación lejos de impulsar al equipo gestor a poner más esfuerzos en el saneamiento de la cartera crediticia, ha llevado a un desplome de las provisiones de casi un 90% en un año. ¿Esto es debido a que los activos dudosos han mejorado su valor y la mayor parte de ellos han dejado de ser non-performing? La respuesta es negativa. El stock de crédito non-performing ha caído un 23% interanual, casi cuatro veces menos que el ritmo de reducción de las provisiones.
Por tanto, se decide sacrificar un saneamiento rápido y consistente con tal de dar un resultado recurrente (32 millones de euros) trimestral, que encima es inferior al mismo registrado en el primer trimestre de 2016. En resumidas cuentas: una tasa de morosidad del 13% (fuerte reducción de 640 puntos básicos en un año, pero lenta e insuficiente) y una cartera de activos ineficiente (la eficiencia exROF es la más alta de los bancos cotizados, un 86,5%) y poco rentable (0,18% en resultado exROF).
Con estas características, incluso teniendo en cuenta el alto volumen de refinanciaciones de crédito asociado a inmobiliario y la recuperación de los precios de este sector, Liberbank apenas tiene vías para poder sobrevivir a medio plazo. Una ratio de capital fully-loaded del 11,1% le da cierto colchón a corto plazo, pero con solo ver cuánto capital orgánico es capaz de generar (17 puntos básicos en un trimestre) es evidente que cualquier sacudida bursátil hace tambalear una frágil estructura.
Sin menospreciar los esfuerzos de los gestores en todos estos años, Liberbank es un actor protagonista más de una reestructuración bancaria mal planteada en 2009, mal ejecutada en 2012 e inacabada hasta la fecha. Esto, además, arrastra a otras entidades que habiendo participado de la reestructuración de forma más o menos satisfactoria, ahora tendrán que sufrir también las consecuencias a medio plazo. Ejemplo de ello es la valoración para la salida a bolsa de Unicaja, donde si continúa el proceso tendrá que ofrecer un mayor descuento sobre valor en libros en torno a 0,3 veces (cotización actual de Liberbank) o la ecuación de canje para la integración de BMN en Bankia.
En suma, la situación de Liberbank, la resolución de Banco Popular y las sombras sobre el resto de la banca mediana española, muestran hasta qué punto la reforma del sistema financiero emprendida en 2009 fue "cerrada en falso".
Estamos ante una segunda parte de este proceso en condiciones financieras y regulatorias que en teoría son mejores que cuando se pidió el rescate público en 2012. Sin embargo, uno de los axiomas clave que era que ningún banco caería por problemas de liquidez, ha saltado por los aires a la primera de cambio con Popular.