'Extremeños' que se tocan
Mariano Guindal
No tengo ni la menor duda que si Pablo Iglesias fuese francés no votaría al candidato europeísta Emmanuel Macron, aunque eso supusiera el triunfo de la nacionalpopulista Marine Le Pen. No lo haría por coherencia, como ha hecho el héroe de la izquierda radical, Jean-Luc Mélenchon. Objetivamente, Podemos tiene más puntos en común con el Frente Nacional que con el candidato centrista. Como en la obra de teatro de Pedro Muñoz Seca, llevada al cine por Alfonso Paso, Los extremeños se tocan (1970).
Iglesias ya lo demostró en la anterior legislatura cuando pudo facilitar la llegada al poder de un Gobierno de centro izquierda formado por PSOE y Ciudadanos. Prefirió que se mantuviera en el poder el PP, encabezado por Mariano Rajoy, el mismo que ahora quiere echar con una moción de censura imposible.
Si se analiza el programa con el que se presentó Le Pen y se compara con el de Podemos, es fácil comprobar que en el terreno económico se dice prácticamente lo mismo. Los mensajes contra la globalización, la recuperación de la soberanía nacional, el capitalismo salvaje, la casta, la trama, o como lo quieran llamar, es la misma cosa. Y los mensajes sorprendentemente son parecidos a las ideas fuerza que lanzan Iglesias y los suyos.
Todos parecen calcados de los postulados defendidos por el Frente para la Victoria (FPV), fundado por Néstor y Cristina Kirchner en 2003 tras la gran recesión argentina. Ya entonces decían que el enemigo a batir era el neoliberalismo que trajo la globalización y el mal al mundo. La socialdemocracia no era la solución, sino parte del problema.
La alternativa al liberalismo y a la globalización es el nacionalpopulismo con inserción social y eso sirve por igual para definir el movimiento de Iglesias como el de Le Pen, Mélenchon, Donald Trump, Theresa May o al fundador del Movimiento Cinco Estrellas, Beppe Grillo. Todos ellos conforman lo que el FMI identificó como la "gran fragmentación", que representa el mayor riesgo al que se enfrenta la economía mundial. Una ruptura del comercio como consecuencia del este nuevo proteccionismo nos llevaría a una recesión mayor que la de 2008. Eso es lo que mañana se juega en Francia.