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Susana o la necesidad de ganar

  • Si gana, Díaz tendrá que recomponer al partido y enfrentar al populismo
Susana Diaz. <i>Foto: Efe</i>.

Ana Samboal

Habrá que esperar semanas para conocer el desenlace de sus primarias, pero si algo ha quedado claro ya es que el PSOE se juega su futuro. Si es que a estas alturas le queda algo que jugar. Porque lo que se ha entendido como un éxito, la capacidad de convocatoria de Susana Díaz, arropada por todo el pasado de su partido, puede ser también una gran muestra de debilidad.

Primero habrá que ver si gana los comicios internos. Y el hecho de que haya necesitado esa demostración de fuerza indica que, en contra de lo que sus partidarios proclaman, no las tiene todas consigo. El partido sabe que sus afiliados están más a la izquierda que sus dirigentes, en gran medida porque ellos mismos han alentado esa deriva. Además, corren tiempos adversos para los candidatos del establishment, que le pregunten a Hillary Clinton si tienen alguna duda.

Pero pongámonos en la mejor de las hipótesis para el "susanismo", pongamos que resulta vencedora. A partir de ahí, bajo la permanente amenaza de una convocatoria adelantada de elecciones generales, con un pie en Madrid y otro en Sevilla, su primera misión será la de recomponer un partido roto y, al mismo tiempo, aunar las distintas sensibilidades, por no llamarlas irreconciliables diferencias, entre los socialistas de Cádiz y los de Barcelona, por poner los casos más extremos.

Una vez que lleguen al acuerdo de lo que es la nación española, si es que llegan, vendrá lo mejor: definir el proyecto político del socialismo, la oferta a sus potenciales votantes. No lo tendrá fácil, sólo tiene que mirar a una Europa donde los populismos se han camelado al potencial votante de una socialdemocracia que se ha quedado vacía de contenido. El candidato del SPD, el flamante Martin Schultz, es el último exponente de un fracaso que comenzó con el Pasok en Grecia.

Y todo ello, ¿en dos años? Más o menos, es lo que tiene el PSOE para recomponer su proyecto. Por eso todo el partido se volcó con Susana. Quizá porque ella es su última bala.