Firmas

¿Por qué lo llaman amor?

  • En Barcelona se escribe un capítulo más de la leyenda negra hispánica
<i>Foto: Archivo</i>

Ana Samboal

Los nacionalistas exigen para los casi siete millones y medio de ciudadanos censados en Cataluña un supuesto derecho de voto. Y a eso lo llaman democracia. Una gran pancarta, enmarcada por banderas independentistas ondeando al viento, proclamaba ayer su nuevo eslogan, "Love Democracy", junto al Arco de Triunfo de Barcelona, a tiro de los objetivos de las cámaras de televisión.

Parece todo tan bonito, tan inocuo, tan libre. ¿Quién puede negar tal derecho a un pueblo oprimido y vejado durante siglos? Hay que reconocer que lo han vendido bien. Su osadía, favorecida por los inexplicables complejos de los sucesivos gobiernos de España, dio el fruto que vimos ayer a las puertas del Tribunal Superior de Justicia: miles de personas, aparentemente indefensas, reclamando un pretendido derecho a decidir que la pérfida Madrit les niega.

En Barcelona se escribe un capítulo más de la leyenda negra hispánica. Las más destacadas cabeceras de la prensa internacional y las agencias internacionales de noticias dieron fe de ello. Sin embargo, la democracia, tal y como la define la Real Academia de la Lengua, es la doctrina política según la cual la soberanía reside en el pueblo, es una forma de sociedad que practica la igualdad de derechos, la participación de todos los miembros de un grupo en la toma de decisiones.

En ese "todos" cae por su peso la doctrina de los nacionalistas. Porque son todos los españoles los que han decidido que la soberanía nacional es tan indivisible como la unidad. Y lo que pretenden los que ayer se manifestaron por las calles de Barcelona es echar de lo que consideran sus dominios a los más de cuarenta millones de españoles que no residen en esa comunidad. Si me apuran, también a los residentes que no comulgan con su credo. Eso no es democracia, por mucho amor o caritas de corderito llevado al matadero a las puertas de un tribunal que queramos ponerla. Eso es discriminación. Eso no es love, es aparheid.