Firmas

El peso del vacío


    Joaquín Leguina

    No sé, amable lector, si usted conoce o ha oído hablar de Marina Garcés. Yo tampoco la conocía hasta que a finales de diciembre El Mundo publicó una entrevista con ella como interlocutora. El periódico la presentaba así: "Tiene 43 años y es una de las pensadoras más lúcidas y contundentes del panorama actual. Profesora de la Universidad de Zaragoza y ensayista cree que se avanza desde el compromiso común".

    Lo que no decía es que Garcés, nacida en Barcelona, derrotaba hacia esa incomprensible mixtura ideológica tóxica que componen el izquierdismo populista y el populismo nacionalista. La entrevista estaba ilustrada con una foto de la "pensadora", que lucía un rostro hermoso y lleno de vitalidad.

    Leí la entrevista con atención, pero sin ningún aprovechamiento, llegando a la triste conclusión de que la posmodernidad y la posverdad son en ella formas ejemplares para ilustrar la frase machadiana "todo el vacío del mundo en la oquedad de su cabeza".

    Sólo reproduciré la contestación que da esta mujer a la pregunta siguiente: ¿Cómo interpreta usted los espacios abiertos por los nuevos partidos políticos? "Los nuevos partidos, y más específicamente Podemos o la CUP en Cataluña, demuestran la irrupción de nuevos lenguajes políticos. Tienen otra idea de lo que es la relación entre vida y política y también sobre cuestiones éticas esenciales, como el rechazo frontal a la corrupción y el saqueo. Muestran una resignificación de lo que es la democracia y proponen la posibilidad de ejercerla desde el lado opuesto al de un poder que la secuestra".

    Aparte del palabro "resignificación", esta señora, que aún no se ha caído del guindo, alababa a Podemos y a la CUP el mismo día en que en Madrid Iglesias echaba sin contemplaciones a José Manuel López de la dirección del Grupo parlamentario en la Asamblea madrileña por haber cometido el delito de apoyar a Errejón y la CUP exigía a Puigdemont que convocara ya el referéndum ese. Todo ello más viejo que la tos.