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La acción: juez, jurado y verdugo de Ron


    Javier Urones

    Con una caída del precio de la acción de casi el 70% en lo que va de año y una herencia de años anteriores no demasiado positiva, la cotización de Banco Popular ha actuado de juez, jurado y verdugo para Ángel Ron.

    Atrás parecen haber quedado los años de éxito para el banquero gallego, en los que su cercanía y buen hacer en entidades como Caja Cooperativa de Promoción y Crédito le catapultaron a lo más alto del banco madrileño. Las últimas decisiones de la entidad, centrándose en el negocio inmobiliario o apostando por el negocio de tarjetas de crédito, cuando las nuevas tecnologías apuntan precisamente a lo contrario, son ejemplos de una dirección algo descolocada para los tiempos que corren.

    Si bien es cierto que no soplan vientos favorables para el sector bancario en general, el desempeño del Popular no ha conseguido el resultado esperado. Mientras que BBVA y el Santander abandonaban España en busca de regiones con más margen de negocio, el resto de las entidades, incapaces por el momento de competir en el exterior, se han decantado por obtener cuota de mercado de los más grandes.

    Con Sabadell y Bankinter a la caza del negocio de banca privada y Caixabank del de fondos de inversión y pensiones, Popular se centró en sacar adelante su negocio del ladrillo sin demasiado éxito. Su margen de intereses cae un 25% comparado con el ejercicio anterior y los 6.000 millones que se plantea la entidad pueden incluso ser insuficientes a corto plazo. Por si fuera poco, el reciente ERE que ha llevado a cabo la entidad, eliminando 3.000 empleos directos, no ayuda a mejorar su imagen de cara al mercado. Un mercado que ha dado claramente la espalda al banco, que cuenta con más de un 7% de posiciones bajistas y se sitúa como la entidad con más acciones prestadas a la venta. Este hecho no se debe a que los ?malvados? especuladores se encapricharan de la entidad, sino que responde a un sano ejercicio de valoración.

    Tras una subida de casi el 14% en la sesión del jueves, los inversores ven lógica la salida de Angel Ron de la cúpula del banco. El sustituto elegido, Emilio Saracho, tiene por delante la difícil tarea de poner rumbo a un proyecto que se tambalea. Con el caso de Bankia como ejemplo, son muchos los accionistas que desean al nuevo presidente un éxito similar al de José Ignacio Goirigolzarri en la entidad nacionalizada.

    La complejidad, sin embargo, de este proyecto no es comparable. Con una tasa de morosidad superior al 12% y un aumento de créditos dudosos del 9% en el último año, solo el nuevo ejecutivo sabe lo que a día de hoy se esconde debajo de la alfombra. Por el currículum del nuevo presidente, especializado en banca de inversión, son cada vez más los inversores que se decantan por una fusión del banco con otra entidad antes que decantarse por la ardua tarea de competir de tú a tú con otras entidades de banca mediana por el jugoso pastel del negocio nacional. Comienza la partida.