Firmas
Alemania, Francia e Italia irán tras EEUU
Matthew Lynn
Primero el Brexit, ahora Trump, ¿después qué? La respuesta es seguramente obvia. Mientras la onda de populismo que arrolla la política del mundo desarrollado se anota la victoria más importante hasta ahora, con la elección de Donald Trump, parece inevitable que las próximas revueltas contra las élites dirigentes establecidas vengan de Italia, Francia e incluso la Alemania de Merkel.
Los mercados han asumido la victoria de Trump... por ahora. A medida que se confirma la certeza de un referéndum sobre el euro en Italia y que el próximo presidente francés se comprometerá a sacar al país de la moneda única, habrá episodios bastante turbulentos en el futuro. El riesgo político que se había vuelto un cliché en los mercados, a menudo exagerado, está a punto de volverse muy real.
Cuando los mercados europeos se han despertado con la victoria imprevista de Trump, la reacción inicial ha sido sorprendentemente silenciosa. En Londres, el índice de referencia FTSE-100 solo se había desviado 70 puntos (un movimiento que puede verse cualquier mañana lluviosa de noviembre). Casi lo mismo ocurría en las bolsas de todo el continente. Los inversores estarán pensando sin duda en el rebote del Brexitb que les pilló por sorpresa hace solo cuatro meses. Vendieron títulos esperando el Armagedónb pero los índices rebotaron muy rápido. Se perdieron toneladas de dinero en muchos fondos de cobertura. No quieren esparcir la misma tinta roja en esta ocasión.
Dicho eso, hay muchos motivos para estar nerviosos. Trump ha defendido las barreras al comercio, los aranceles y el proteccionismo, y todo lo que sabemos sobre la economía global nos dice que eso siempre es muy malo para el crecimiento. Lo único que hay que debatir es si es solo retórica discursiva o si el presidente electo cumplirá con ello cuando se instale en la Casa Blanca.
Desde el resto del mundo, la plataforma de Trump no tiene muy buena pinta. Es la elección de los estadounidenses, sin duda, y tienen derecho a ella. Lo preocupante es hacia dónde se dirige el gigante del populismo.
A estas alturas estará claro que la economía globalizada del libre comercio desarrollada desde la caída del Muro de Berlín 1989 ha dejado a demasiadas personas atrás. El crecimiento salarial se ha estancado, la desigualdad se ha ensanchado y las elites políticas, escondidas detrás de una pared de instituciones globales, parecían cada vez más remotas. La salida de Reino Unido de la Unión Europea, contra la opinión de todos salvo precisamente Trump, fue una manifestación de eso. La victoria de Trump esta semana ha sido otra. ¿Por qué pensar que será la última? Pensemos en Italia.
El primer ministro Matteo Renzi se enfrenta a un referéndum espinoso sobre la reforma constitucional. Habría que ser un inversor estúpido para creer posible su victoria (Renzi ya estaba detrás en las encuestas antes de la victoria de Trump). Renzi se hizo con el poder en un golpe de Estado interno del partido y todavía no se ha enfrentado a unas elecciones generales. Si le obligan a convocarlas, el vencedor probable será el Movimiento 5 Estrellas, básicamente Trump pero con chistes mejores. Se ha propuesto celebrar un referéndum sobre la membresía del país de la moneda única. ¿Qué probabilidades hay de que gane? Más que cero, quizás, pero no muchas más. Recordemos que es un país tan perjudicado por el euro que actualmente es más pobre que en el año 2000.
Después vendrá Francia. Se daba por hecho que Marine Le Pen se volvería a presentar a las elecciones presidenciales de abril y mayo próximos. Su opositor probable es el centroderechista Alain Juppe, un político que lleva tanto tiempo y tiene tanto pasado que es una de las pocas personas en el mundo que haría parecer a Hillary Clinton nueva y emocionante. Si EEUU tiene un problema con su cinturón industrial, Francia también lo tiene, salvo que es aún peor. La base manufacturera se ha ido agrietando desde que se incorporó al euro. El resultado: desempleo masivo y salarios estancados. El sentido común decía que mientras Le Pen se centrase en el voto protesta, nunca ganaría unas elecciones. Ya no es así.
Ni siquiera Alemania está inmune. Angela Merkel parecerá poderosa y las elecciones nacionales no están previstas hasta el otoño pero una representante cuya política más visible ha sido permitir la inmigración masiva a escalas sin precedentes parece muy despegada de la actualidad. La derechista AfD ya pone a prueba su apoyo y la ha obligado a depender cada vez más de los Social Demócratas de centro izquierda. Cuesta imaginarse que la coalición dure para siempre.
Lo más grave es que cuesta mucho pensar que la propia UE sobreviviera al rechazo de la moneda única en Italia y Francia. El éxito de los populistas en un país envalentona inevitablemente a los de otros. El Brexit puede que haya animado a unos cuantos estadounidenses a hacer caso omiso de la opinión de las elites. El presidente Trump alentará a unos cuantos más votantes franceses a apoyar a Le Pen (suficientes como para inclinar la balanza hacia ella). El monstruo sigue avanzando.
Y eso importa. Al populismo se le da muy bien la ira, pero no tanto las respuestas. la campaña del Brexit ha roto con la UE, pero ahora queda el complicado asunto de averiguar qué ocurre después. En Estados Unidos, Trump ha prometido recrear una economía que funcione para todos, pero querer no es poder... Y él no tiene ningún plan concreto para lograr que suceda. Puede que los mercados hayan asumido la victoria de Trump pero hay muchos más riesgos que superar antes de que este maremoto se diluya y los mercados de Europa y América seguirán siendo muy peligrosos hasta que haya acabado.