Estancamiento bancario
Juan Fernando Robles
Se han publicado los beneficios de la banca hasta el tercer trimestre y se sigue observando que el sector continúa su larga reestructuración con estancamiento, cuando no caída, de sus ingresos y paulatina reducción de costes. El negocio bancario, sobre todo en España, se va reduciendo y el activo rentable cada vez es más pequeño. Aunque hay crédito nuevo, no reemplaza al que se amortiza o se da de baja del balance por fallido. Como siempre, algunas entidades lo han hecho mejor que otras y si tuviéramos que nombrar un campeón sería BBVA.
Las entidades, a pesar de la baja rentabilidad, son viables en su inmensa mayoría, aunque esa viabilidad en absoluto está garantiza a largo plazo de continuar por este camino. Se trata de un negocio que languidece presionado por múltiples factores, como las mayores exigencias de capital, la atonía del crédito a clientes, las dificultades, salvo algunas excepciones, de incrementar el cobro de comisiones y una política monetaria que si bien proporciona fuentes de financiación a coste cero, no contribuye a ampliar el margen financiero, pues los nuevos créditos se contratan a tipos más bajos que los que van venciendo. Si a todos esos factores sumamos una morosidad todavía demasiado elevada y la necesidad de depurar aún ciertos activos improductivos nos encontramos con un panorama poco dado al optimismo.
Algunas entidades también están padeciendo en su margen financiero la retirada de las cláusulas suelo y otros problemas relacionados con una actuación contractual poco clara que al final está ocasionando pérdidas. Es de suponer que esto sirva de lección al sector para que corrija el vicio que algunos podían tener de intentar colar costes a los clientes por la puerta de atrás, pues no sólo ya no es una práctica bien vista sino que rápidamente encuentra sanción en los tribunales o por la normativa, cada vez más exigente en materia de transparencia, tanto en las operaciones de activo como de pasivo o intermediación.
De los grandes, el banco que ha desarrollado un mejor desempeño es BBVA, que no sólo mejora sus guarismos ampliamente, incluso en su negocio recurrente, sino que parece muy centrado en materia de innovación y digitalización, con la anunciada alianza con Amazon. Es evidente que el impulso de la presidencia de la entidad en ese sentido está siendo clave para orientar el banco hacia las nuevas tecnologías y quizás es la entidad que mejor ha comprendido cuál es el futuro, pero sin tener necesidad de acometer escandalosas reestructuraciones en el presente.
En el Santander se observa un gran estancamiento, cuando no retroceso, de sus fuentes de ingresos, aunque sube en comisiones, circunstancia que comercialmente podría ocasionarle problemas de fidelización, concepto, a diferencia de BBVA, muy poco valorado en la entidad hasta la llegada de Ana Botín, que se esfuerza por mejorar en este aspecto. La diversificación territorial de su negocio, si en otros momentos protegía sus resultados, en estos los lastra pues está presente en todas las áreas problemáticas que uno pueda imaginar, lo que no constituye tanto un fallo de previsión sino más bien una conjunción desafortunada del destino. Aún así, el banco asegura que sus resultados mejorarán de cara a final de año y lo hemos de creer pues tampoco ha sido un descalabro insuperable.
Bankia están estancada por una serie de circunstancias, pero su resultado es sólido y la gestión de su balance no hace sino mejorar. Ha optado por una agresiva captación de clientes en base a bajos costes dado que está obligada a actuar en el segmento minorista y quieren recuperar el terreno perdido con la crisis hasta alcanzar una sólida posición en clientes que les haga ser una franquicia apetecible de cara a una futura privatización.
Caixabank se mantiene en su tónica. Es un banco tranquilo que sin grandes estridencias ni elaboradas estrategias se dedica al negocio bancario con una visión muy tradicional, quizás excesivamente tradicional para los tiempos que vienen. No obstante, su desempeño es adecuado para la difícil situación actual y la caída de su beneficio no es significativa.
Sabadell se ha beneficiado de los buenos resultados del británico TSB aunque su desempeño general está bastante por encima del sector. Está controlando muy bien el impacto del Brexit, aunque aún podría ocasionarle algún problema en el futuro, no de gran relevancia.
Por último, el Popular no levanta cabeza y su resultado cae un 66 por ciento con respecto al año pasado, al tiempo que reconoce una morosidad inmobiliaria del 45 por ciento, con una baja cobertura. Es, con mucho, la entidad más vulnerable y su balance está infectado de activos problemáticos que no termina de digerir a pesar de sucesivas recapitalizaciones.