Banca 'zombi': un problema urgente
Juan Fernando Robles
Q ue el sector bancario no se ha recuperado de la debacle es una evidencia y nos arriesgamos a una nueva crisis económica, que podría ser mucho más profunda que la pasada, si se sigue permitiendo que una parte de la banca esté en estado de shock y se comporte como un zombi, más atenta a sus problemas internos que a cumplir su función.
El FMI ha advertido de la gran cantidad de entidades zombis que hay en Europa y el propio BCE ha instado a las entidades a enfocar su negocio para obtener mayor rentabilidad. Aunque los bancos sean privados, que es lo que tienen que ser, su salud incumbe a todos y hay que exigirle al sector, de una vez, que consiga ser eficiente urgentemente.
Las quejas sobre la política monetaria ultra expansiva que arrasa los márgenes financieros de la banca no son de recibo, pues fue demandada en su momento para sostener el equilibrio de sus balances y además es un escenario que no durará eternamente, siendo casi seguro que el repunte de tipos se irá produciendo ya desde el próximo año. Además, el segmento minorista de crédito, el de mayor volumen, soporta unos costes de intereses muy elevados si lo comparamos con el coste del dinero en el mercado mayorista. Los márgenes financieros bajan porque la actividad crediticia es aún débil, en parte por la poca propensión de las empresas y particulares a endeudarse después de los revolcones de la crisis y en parte porque las propias entidades todavía están saneando cartera crediticia y les cuesta mucho bajar las exigencias de solvencia para las nuevas operaciones. Los saldos de crédito otorgado están estancados, lo que implica que la actividad de las entidades en la práctica no crece. Si la actividad de financiación no crece, no pueden aspirar a aumentar sus ingresos en este segmento.
El escenario para competir debe ser Europa y en ese ámbito deben terminar de romperse todas las barreras para que injerencias políticas no compartimenten el mercado financiero común con menoscabo de la competencia. Ni Alemania ni Italia han abordado en la práctica el inmenso problema que arrastran muchas de sus entidades financieras y dónde se ha hecho, como es nuestro caso, la solución no ha sido completa y aún tenemos una red bancaria costosa e inadecuada y algunos bancos que no generan la suficiente confianza. La banca no puede esperar más y debe reducir sus costes con menos timidez, aunque es posible que lo que en realidad falte sea estrategia para abordar el cambio de un modelo comercial basado en las sucursales a nuevas formas de acercarse al cliente.
No nos podemos permitir entidades que no sean rentables y la solución no pasa precisamente por incrementar los costes a los clientes para sostener estructuras obsoletas. No sirve ya eso de ir absorbiendo los problemas poco a poco y soltando lastre mientras se suben comisiones, entre otras razones porque el mercado no está dispuesto a soportarlas. Ese escenario no es útil para conseguir la normalización del sistema bancario, imprescindible para acompañar a la recuperación económica.
Sólo entidades que obtengan sólidos beneficios pueden incrementar su balance y remunerar a sus accionistas sin tener que estar constantemente ampliando capital de forma antinatural, es decir, sin aumentar su balance, para poder permanecer en funciona- miento. Por eso, el supervisor debe tomar cartas en el asunto y poner plazos. No se trata tanto de dirigir las fusiones sino de instruir, regular y convencer a los gestores para que dejen de escupir contra el viento. Se deben potenciar las fusiones intracomunitarias porque ese proceso ayudará a consolidar el mercado financiero interior y favorecerá nuevas formas de competir.
Entidades más grades, sólidamente capitalizadas y bien supervisadas es lo que necesita Europa. Bancos que puedan adquirir la inteligencia de negocio y la tecnología necesarias para ser rentables y atender las nuevas demandas de los clientes. Todo eso no está al alcance de los bancos pequeños o que arrastren problemas, porque el nuevo mercado bancario va a requerir inversiones millonarias y mucha ingeniería de negocio. Los pequeños podrán vivir, pero el riesgo es que su cuota de mercado puede ser cada vez más marginal ya que fácilmente irán perdiendo clientes hacia actores más sólidos y agresivos.
El mercado se va a mover porque se tiene que mover. Los precios de las entidades bancarias están muy bajos y si no se están produciendo transacciones es porque nadie quiere comprar los problemas de otro. Por eso el BCE tiene que seguir insistiendo en culminar el saneamiento de los bancos a marchas forzadas, única forma de que el mercado se abra y, recuperada completamente la confianza, se empiecen a producir las esperadas OPAs.