Firmas
Los gritos del silencio: una amenaza para la dignidad, la libertad y la vida social
Ana Samboal
Sidney es un periodista del New York Times que, en los años 70 del siglo pasado, desembarca en Camboya para informar a sus lectores acerca del conflicto que enfrenta a las tropas de su país con los comunistas locales. Hace su trabajo a duras penas gracias a la ayuda de un intrépido intérprete local, Pram, con un olfato entrenado para detectar la noticia, para acceder a ella y contarla de primera mano, sin intermediarios. Juntos sortearán las muchas dificultades -censura encubierta al fin y al cabo- que les impone el Ejército norteamericano para poner negro sobre blanco la verdad.
Cuando Estados Unidos se retira de Camboya y el Jemer rojo toma el poder, confina en una embajada a los periodistas extranjeros y después les expulsa del país. No quiere ojos y oídos incómodos. Pram, obligado a permanecer allí, cae en manos de los niños asesinos educados por el régimen. Ya en Washington, Sidney recibe el premio Pulitzer. Y, en su discurso, arremete sin ambages contra la política de su país en Camboya.
Pram pasa sus días condenado a trabajos forzados en un campo de concentración. Sabe inglés y francés, pero lo oculta. En la magnífica película que cuenta su historia, Los gritos del silencio, admite que allí "únicamente sobreviven los mudos". No queda nadie que pueda contar en Camboya las atrocidades, los miles de asesinatos cometidos por la dictadura.
En tiempos turbulentos como los que vivimos conviene conocer la historia. Los periodistas siempre nos hemos enfrentado a dificultades cuando hemos tratado de desvelar los abusos y desmanes que el poder quiere ocultar a los ciudadanos. Forma parte de nuestro oficio, nos va en el sueldo. Pero nuestro silencio, el que algunos persiguen de forma abierta o velada, es más que una condena para el informador, es una amenaza para la dignidad, la libertad y la vida de toda la sociedad.