Firmas

De la noche electoral al Congreso


    Manuel Mostaza Barrios

    Cuando se analiza la historia electoral del siglo XIX en España, es habitual encontrarse con diputados en las Cortes a los que no resulta fácil adscribir a un determinado grupo o partido político. En el origen de nuestro parlamentarismo, los diputados se juntaban por afinidad (no siempre política) en el Congreso, una vez que eran elegidos y de ahí nacen los actuales grupos parlamentarios.

    Este formato fue desapareciendo con el paso de los años ante la importancia que los partidos políticos fueron tomando en la vida política europea, dejando de ser partidos de elites para convertirse primero en partidos atrapalotodo (catch-all-party) y finalmente en lo que los politólogos denominan partidos-cárteles, es decir, estructuras que se identifican ya más con el Estado que con la sociedad y que se limitan en muchos casos a proveer espectáculo político más que ofrecer alternativas políticas diferentes de las de sus adversarios.

    Pero los últimos comicios celebrados en España hace poco más de un mes nos han devuelto a todos los españoles un cierto aroma de aquel pasado ya lejano, en el que una cosa eran los resultados electorales y otra la configuración del Parlamento. Se trata de una situación más relevante de lo que parece, en tanto que, pese a que el sistema parlamentario en nuestro país es bicameral, es en realidad el Congreso el que otorga su confianza a un candidato y es, igualmente, el que puede hacerlo caer retirándole su confianza.

    Un breve análisis de la constitución de los grupos electorales en el Congreso permite comprobar que son pocos los partidos que se libran de esta situación. El Partido Popular, que obtuvo la noche del 20 de diciembre 123 diputados, ha conformado un Grupo Parlamentario con 119 miembros. A la baja del polémico diputado por Segovia Pedro Gómez de la Serna, se unen tres bajas pactadas antes de las elecciones: los diputados Carlos Salvador e Íñigo Jesús Alli, elegidos por la colación formada por UPN y el PP en Navarra, y el diputado Isidro Manuel Martínez, elegido en Asturias en el marco de la coalición formada por los populares y por Foro Asturias, el partido de ámbito regional que fundó en su día Francisco Álvarez Cascos.

    Tampoco en el caso del Partido Socialista existe correspondencia entre los resultados electorales y la conformación del Grupo Parlamentario: pese a que los socialistas liderados por Pedro Sánchez obtuvieron 90 diputados en las elecciones, en su grupo hay 89 miembros. Ello es así porque el diputado Pedro Quevedo, elegido en el marco de la colaboración del PSOE y Nueva Canarias se ha ido al Grupo Mixto, también como acordaron ambas formaciones. Nueva Canarias es una escisión de Coalición Canaria, especialmente implantada en la isla de Gran Canaria en particular y en la provincia de Las Palmas en general.

    Pero si hay un caso claro de falta de concordancia entre los listados presentados y los grupos parlamentarios es el caso del partido Podemos y de las coaliciones en las que él mismo participó en las elecciones. La fuerza liderada por Pablo Iglesias obtuvo en las elecciones un total de 42 diputados, y sin embargo su grupo parlamentario está formado por 65 miembros, ya que incluye también a los dos diputados de Equo elegidos dentro de la lista de Podemos en País Vasco, a los que se presentaron en Galicia en una lista conjunta de Podemos, Anova, Izquierda Unida y En Marea, y los que se presentaron por la lista de En Comú-Podem en Cataluña.

    Esto supone, por lo tanto, que dentro de su grupo hay disputados de Podemos, pero también de otras fuerzas políticas de ámbito autonómico y de ámbito nacional, como es el caso de Izquierda Unida. A ellos hay que sumarle los cinco diputados elegidos en Valencia en coalición con Compromís y que han optado por integrarse en el grupo de Podemos, frente a los otros cuatro que se han ido al Grupo Mixto. Lo cual conforma la paradoja de que en el Grupo parlamentario de Podemos hay varios diputados que pertenecen a otros partidos políticos con los que la formación morada podría enfrentarse en el futuro.

    Finalmente, está el caso de Izquierda Unida. La formación de izquierdas se presentó con lista propia en varias provincias, pero integró a sus miembros en candidaturas de coalición en dos Comunidades en las que no se presentaba con su marca: Galicia y Cataluña. Como resultado de esa estrategia, la formación ha obtenido en sentido estricto cinco diputados (Yolanda Díaz, la coordinadora general de Izquierda Unida en Galicia, elegida diputada por Coruña dentro de la coalición En Marea, así como Félix Alonso y Joan Miquel Mena elegidos por la confluencia liderada por Podemos en Cataluña y que son miembros de la federación catalana de IU, Esquerra Unida i Alternativa), pero tres de ellos están integrados en el Grupo Parlamentario de Podemos y los otros dos, obtenidos por su propia lista, están ubicados a día de hoy en el Grupo Mixto.

    Como resultado de esta situación, el Grupo Mixto inicia la XI legislatura con dieciséis miembros, más de la mitad de los cuales fueron elegidos en listas de otras formaciones que sí que tienen grupo parlamentario propio.

    Todos estos movimientos explican por tanto las diferencias que existen entre los resultados obtenidos por las diferentes fuerzas políticas y la actual configuración de un Congreso que tendrá que valorar el programa expuesto por Pedro Sánchez en pocas semanas, para ver si le otorga su confianza o no.