Firmas

Cambiar el alma con la economía como herramienta


    Julio Anguita

    La victoria de Clinton sobre Bush padre fue atribuida en gran parte al impacto del slogan de campaña del primero: "¡La economía, estúpido!" Desde entonces y también desde lecturas demasiado esquemáticas del marxismo, la economía se ha convertido en el referente casi único del discurso político.

    Pareciera como si el bienestar social, la democracia y aún la felicidad, se midieran a golpes de PIB y capacidad de consumo. De esta manera, las diferencias entre el discurso político en nombre de la derecha o en el de la izquierda se convierten, a la hora de gobernar, en práctica única.

    Ya lo decía Thatcher...

    Thatcher había sentenciado mucho antes que la economía es el método; el objetivo es cambiar el corazón y el alma. La envergadura y profundidad de la afirmación alcanzaron su plenitud de proyecto político con vocación de universalidad cuando afirmaba también que "no existe la sociedad". Hay individuos, hombres y mujeres y familias. He aquí la esencia, los fundamentos de esa cosmovisión que hemos convenido en denominar Globalización, un proyecto social ante el cual decía también Thatcher: "There is no alternative".

    Resulta patético que haya sido la señora Thatcher la que le haya recordado a la izquierda los fundamentos de cualquier proyecto político digno de tal nombre: el horizonte que plantea, la alternativa de modelo de convivencia, la contrapropuesta a lo existente. La izquierda surgió como respuesta y también como invitación a construir otra sociedad y a poner en práctica otros parámetros de conductas y valores aplicables, por supuesto, al hecho económico.

    No hay una economía única e inalterable. Basta con leer cualquier manual de Historia de la Economía. Solo desde conceptos alternativos y valores inherentes a ellos, se puede plantear una alternativa a la Globalización y al neoliberalismo. La economía como base inexcusable debe estar alumbrada y dirigida por los DDHH, la ecología, la solidaridad y la multiculturalidad. No hay que cambiar el alma. Basta con tenerla y usarla.