Firmas
El hombre como medida de todas las cosas... ¿pero qué hombre?
Julio Anguita
Fue Protágoras de Abdera (485 a. C.-411 a. C.) quien sentenció que "el hombre es la medida de todas las cosas". La exégesis filosófica de manual suele entrar en disquisiciones acerca de si esta afirmación es puro subjetivismo gnoseológico. Sin embargo, de lo que no cabe duda es que Protágoras asienta con rotundidad una verdad incuestionable: la centralidad humana tanto en la naturaleza como en la sociedad.
El Renacimiento la elevó a categoría de cosmovisión con el nombre de Modernidad y la Declaración de DDHH de 1948 y subsiguientes Pactos de 1966, la confirmaron como objetivo obligatorio para los Gobiernos. Desde esta óptica de legitimidad jurídica y moral, producen repugnancia determinadas declaraciones y valoraciones del discurso oficial.
Los últimos datos de Eurostat y de Cáritas señalan el incremento de la pobreza y la exclusión social en España y en la UE. Esa realidad lacerante que crece y que a la vez marca una frontera entre el Norte y el Sur de Europa, pretende ser obviada por determinados índices macroeconómicos que centran su atención en la globalidad económica olvidando la composición social de su distribución.
Pero lo grave del discurso oficial estriba en los dos procesos de corrupción intelectual que pone en marcha. Uno es la revolución copernicana en valores y códigos de conducta derivados de ellos. Unas décimas de crecimiento económico, una tenue mejora en las cifras del paro y, sobre todo, el aumento del índice de ganancias de la banca o de empresas, son presentados como la confirmación de la bondad y necesidad de las mal llamadas políticas de austeridad.
El otro eje lo constituye el intento, coronado por el éxito demasiadas veces, de hacer pasar por deseable para la mayoría lo que en realidad es un tremendo expolio realizado por y para una minoría. Toda una manipulación de conciencias al servicio de la hegemonía de la plutocracia y/o la cleptocracia tan estrechamente vinculadas la una a la otra...