¿'Corralito' financiero o 'corralón' en Cataluña?
- La ruptura política lleva a la ruptura financiera y esto lleva a la ruina
Francisco de la Torre Díaz
La inestabilidad política suele generar inestabilidad financiera, que no es precisamente positiva para los ahorradores y depositantes, y el "procés" separatista no es una excepción. En esta situación, el comunicado de las dos principales asociaciones bancarias, AEB y CECA, señalando que las entidades financieras tendrían que replantearse "su estrategia de implantación en Cataluña" si se producían "decisiones políticas que quebrantasen la legalidad vigente" fue recibido de forma furibunda por Artur Mas y otros dirigentes separatistas.
Evidentemente, un comunicado así no tiene precedentes, y expresa una preocupación muy grave. El riesgo más evidente que advierten es que "el quebrantamiento de la legalidad vigente" supondrá una salida de la Unión Europea y, consecuentemente, de la moneda única. En esta situación, los bancos, muy probablemente, no podrían seguir desarrollando su actividad.
Una nueva moneda, que además no estaría respaldada por ingresos fiscales importantes dada la ausencia de una Hacienda propia real en Cataluña, siempre comienza devaluándose. Algunos deudores, especialmente la Generalitat, tendrían que pagar sus deudas en una nueva moneda devaluada frente al euro. Eso hace que la banca tenga pérdidas por los créditos concedidos y no pueda garantizar los depósitos que están denominados en euros.
¿Corralito o corralón?
La primera reacción a una situación así es no dejar reembolsar los depósitos para evitar una fuga. Esto es lo que se denomina un corralito financiero. Pero esto no soluciona un problema de solvencia. Si un banco ha concedido 100 euros de crédito y le comunican que le van a devolver 100 neopesetas que valen 30 euros, tiene una pérdida de 70 euros. Si esta pérdida es superior a sus fondos propios, que no son muy elevados en porcentaje, el banco sólo podrá evitar la quiebra devolviendo sus depósitos en neopesetas. Esto es lo que se denomina corralón, otro término argentino alusivo a la pesificación obligatoria de depósitos en dólares, que infligió enormes pérdidas a los argentinos.
Esto es un problemón, que se agravaría en el caso catalán, porque la banca ha concedido allí muchos más créditos que los depósitos que ha captado. Esto significaría un escenario de pesadilla, en el que los depositantes catalanes podrían tener gravísimos problemas, que probablemente se extenderían a depositantes de otras regiones y a las propias entidades. Cualquier entidad preferiría deslocalizarse antes que enfrentarse a esto.
Esto no va a ocurrir. Sin embargo, que algunas opciones políticas, como Junts pel Sí o las CUP planteen políticas que llevan a este escenario pavoroso tiene sus consecuencias. Hasta el propio gobernador del Banco de España alertó el pasado lunes que existía riesgo de corralito si en un "futurible altamente improbable" se declarase la independencia de Cataluña. Ante esto, algunos depositantes se pueden poner nerviosos y trasladar sus depósitos fuera de Cataluña. Pero lo peor es que muchos operadores en los mercados financieros, especialmente inversores y bancos, le pongan una prima de riesgo a cualquier operación en Cataluña. Esto disminuiría el crédito, la inversión y el consumo en Cataluña.
Al fin y al cabo, esto no sería más que una repetición de lo que ya pasó en el sur de Europa a partir de 2008, cuando se segmentaron los mercados financieros y los inversores asignaron una prima de riesgo a las operaciones de inversión en España o Italia, entre otros países. Esto no significó que los bancos desapareciesen, pero sí que se secó el crédito en España con unas consecuencias terribles para la actividad económica. Esto alcanzó el clímax en 2012, entre rumores de ruptura de la zona euro, por la salida de algunos países como España. La probabilidad de una salida de España de la eurozona nunca fue elevada, pero bastó, junto con bastantes errores de los gobiernos españoles durante la crisis, para llevarnos a una situación complicadísima.
La ruptura política lleva a la ruptura financiera, y es un camino a la ruina. Incluso, si se piensa que eso no llegaría a materializarse, hay que ser conscientes que el apoyo a opciones políticas separatistas e irresponsables supondrá fragmentación financiera, prima de riesgo en Cataluña y, consecuentemente, empobrecimiento. Artur Mas y los suyos deberían haber aprendido, porque los catalanes, como los demás españoles, han sufrido las graves consecuencias de esta crisis financiera. No es el momento de volver a tropezar con la misma piedra, sino de abordar un cambio sensato entre todos.