Firmas

La Eurozona debe exigir más a Tsipras


    Juan Fernando Robles

    El irracional proceso negociador del Eejecutivo heleno desde que llegó al poder no tiene antecedentes de los que echar mano. Con un comportamiento, tanto en el fondo como en la forma, absolutamente fuera de lugar para los estándares europeos, se ha perdido casi medio año en el que la situación de Grecia ha empeorado espectacularmente, haciendo aún más costosa y compleja cualquier solución a su delicadísima situación financiera.

    Se deben dar muchos pasos todavía para que la solicitud sea aprobada, pero parece que se está cerrando una etapa. Es como si hubieran tenido que aprender los más elementales modales que ha de respetar quien se dirige a sus socios del euro y les pide ayuda. Desde luego no sólo la petición debe ser consistente, sino que además parece muy conveniente no llamar terrorista a quien pides dinero.

    Alguna vez encontraremos una explicación al referéndum. Se convocara para reforzarse internamente o para perder el tiempo, el resultado es que ha conducido directamente al corralito. La grave y extrema situación financiera en Grecia puede explotarle en las manos al presidente Tsipras como tenga que prolongarse tan sólo unos días, y eso parece que es el principal incentivo para un cambio de postura tan ridículo. No bastaba con que Grecia estuviera al borde del abismo, han tenido que ver el abismo para comprender el serio problema que representa carecer del apoyo financiero de sus socios.

    Pero la nueva actitud del Ejecutivo griego no es en absoluto sincera. Han dado muestras más que sobradas de deslealtad, extremismo, malas formas y feas maniobras diplomáticas. Lo han intentado todo con tal de forzar una situación hasta el final y sólo cuando se están dando de bruces con el desastre que ellos mismos han provocado están reconduciendo el discurso y aceptando todo aquello que llevan meses rechazando enérgicamente.

    A pesar del cambio de postura no se puede bajar la guardia, y si quiere que el programa sea un éxito hay que mantener la tensión y dejar meridianamente claro que la más mínima desviación de los objetivos que se acuerden implicará la inmediata cancelación del programa de ayuda y la expulsión de hecho del euro. No puede haber medias tintas con quienes han estado jugando con sus otros socios bajo la amenaza del daño que iban a causar si se producía el Grexit. Demostrado quién recibe más daño, no hay que ceder ni un centímetro y elevar la exigencia a sus cotas más altas. Cualquier margen de maniobra será utilizado para intentar burlar los acuerdos alcanzados por la puerta de atrás. La intervención económica del Gobierno heleno deberá ser completa y total si desean permanecer en el euro, porque han dado muestras de no saber mantener al país en equilibrio ni por 6 meses.

    El extremismo es especialmente peligroso para una Europa que pivota sobre partidos centristas. No hay más que ver el daño que Syriza está causando en Grecia para comprender el caos que puede reinar si el populismo campa a sus anchas. Es por eso que la primera obligación de los líderes europeos es hacer buena didáctica sobre el resultado de ciertas políticas. No basta con vencer, hay que convencer y mostrar que ciertos caminos conducen al desastre.

    Es por eso que ahora la actitud más conveniente de la eurozona es no mostrarse satisfecha con la propuesta y exigir aún más, pues la situación de Grecia es ahora peor que hace 15 días y muchísimo peor que cuando comenzaron las negociaciones hace meses. El pragmatismo es una cosa y otra muy diferente tratar con justicia a un socio que no ha hecho más que empeorar deliberadamente su situación.

    Conceder el más mínimo triunfo a Tsipras es un error gravísimo y se ha de poner de manifiesto mañana, tarde y noche que cambió de postura y que traspasó sus líneas rojas. Así, las menciones que ha habido a que "todos deben ganar algo" o las promesas de reestructuración de la deuda no son sólo inconvenientes sino que sirven de justificación al proceso que se ha vivido durante todos estos meses, totalmente injustificable.

    Si Tsipras tuviera la más mínima dignidad política dimitiría tras haber presentado la petición del nuevo rescate, pues es casi idéntica a la que rechazó y sometió a referéndum hace 15 días. Pero dimita o no, aquella oferta era de hace 15 días y se retiró, razón por la que la eurozona le debe pedir esfuerzos adicionales, sobre todo en reducción del gasto y reformas estructurales.

    No tiene sentido realizar la más mínima concesión a estas alturas ni mucho menos se debería aumentar la ELA hasta no obtener una propuesta mucho más satisfactoria, porque el riesgo es ya muy alto.