Firmas
Volatilidad política
Ana Samboal
Cuando un bróker debe decidir dónde invierte, usa dos métodos. El análisis le obliga a estudiar la empresa, lo que vale y su potencial. El objetivo es saber si la estrategia de esa compañía le permitirá elevar el beneficio en el futuro. El análisis técnico le muestra la evolución del precio.
Y, con el gráfico en la mano, observa si ha tocado suelo -si nadie está dispuesto a pagar menos por ella-, si roza el techo o si tiene recorrido al alza o a la baja. Usando ambas variables, toma su decisión y lo normal es que apueste por un activo infravalorado con potencial alcista. Un estudio como éste es el que, probablemente, se hace ahora en España. Dentro del país y fuera.
Nuestros socios políticos y comerciales tienen que decidir si, a tenor del resultado electoral, somos un valor por el que apostar. ¿Lo somos? Sólo lo harán si redunda en su beneficio y, por lo que se ve, ante la incertidumbre, se mantienen a la espera.
La decisión está en nuestras manos. ¿Qué tendencias apunta el mercado? El análisis técnico indica que PP y PSOE son valores bajistas, pero pueden haber tocado ya suelo. Podemos y Ciudadanos muestran recorrido al alza. ¿Pero dónde está su techo, lo han alcanzado ya? En esta encrucijada, puede ser el análisis el que nos dé la respuesta...
Y es para todos la misma: el proyecto. Los cuatro tienen ante sí el reto de dibujar un modelo de país al potencial inversor/comprador. Ninguno lo ha hecho. Unos porque sólo venden logros pasados. Otros porque ofertan propuestas parciales, sin dejarnos ver su modelo. Para tratar de adivinarlo, los pactos y los actos de gobierno se van a mirar con lupa.
Todo está abierto de aquí a las generales. Sólo hay un factor que no deberíamos perder de vista: el mercado, en momentos de tensión, sobrerreacciona provocando burbujas que después se pagan. Y, como diría cualquier bróker, la coyuntura actual en el mercado político no es apta para cardíacos.