El 'Brexit' no le importa a los mercados
Matthew Lynn
Se hunde el comercio, millones de personas se quedan sin empleo, la libra se cae en los mercados y el Gobierno tiene que llamar al FMI para pedir un rescate de urgencia? Abundan las historias de miedo sobre lo que le ocurriría a la economía británica si el país vota a favor de abandonar la Unión Europea en el próximo referendo.
En realidad, los inversores no deberían hacer caso a las exageraciones porque el Brexit no le va a importar mucho a la economía de ningún modo. A la UE no le interesa nada levantar barreras comerciales contra el Reino Unido y las multinacionales seguirán invirtiendo en el país. Al otro lado de la balanza, el Reino Unido no se convertirá de repente en un paraíso fiscal isleño con mercado libre -como un Singapur pero con lluvia-. La membresía de la UE cambia las cosas en la esfera política pero la economía y la Bolsa seguirán navegando con las mismas fortalezas y debilidades de antes.
Cuando la reina anunció en su discurso del pasado miércoles el programa legislativo del Gobierno conservador reelegido de David Cameron, el punto más importante con diferencia fue el referendo sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea. Cameron ha prometido renegociar los términos de la membresía británica y después delegar la decisión a la gente.
La competición estará muy reñida. En las últimas elecciones europeas, el partido rabiosamente anti europeo UKIP fue el primero en las urnas. Su oposición a un referendo perjudicó al partido laborista en las elecciones de principios de mes. Una parte considerable del electorado opina claramente que Gran Bretaña estaría mejor fuera. Dicho eso, las encuestas por el momento muestran con la misma claridad una mayoría a favor de quedarse. Aun así, habrá mucho en juego. Una encuesta de este mes para The Times indicaba que el 34% de los británicos votarán sin duda quedarse y el 18% tiene claro votar lo contrario, mientras que el 34% asegura que podría dejarse convencer en un sentido u otro.
Las repercusiones para la economía serán fundamentales para la decisión. En el periodo previo a la votación, se hablará mucho de las graves consecuencias de abandonar la UE para la economía. En efecto, ya se están notando. Deutsche Bank ha advertido de que podría irse de la City de Londres si el Reino Unido abandona. También lo han dicho otras empresas como Siemens, Airbus y los fabricantes japoneses de coches con grandes plantas en Gran Bretaña, como Nissan y Honda. Los líderes políticos pro EU, como el exprimer ministro Tony Blair y el ex viceprimer ministro Nick Clegg no dejan de citar un estudio que asegura que se perderían tres millones de puestos de trabajo si se produce el Brexit.
En el otro extremo, UKIP y los activistas contrarios a la UE sostienen que fuera de la Unión Gran Bretaña se liberaría de la marea de normativas que vienen de Bruselas. Sería libre de desregular sus mercados laborales, abandonar unas políticas energéticas caras, controlar la inmigración, firmar acuerdos de libre comercio e importar alimentos baratos de cualquier parte del mundo. Sin los grilletes de la membresía de la UE ni la influencia de Francia y Alemania, cada vez más proteccionistas, podría crecer mucho más deprisa.
Ninguno de los dos argumentos es muy fuerte. Vistas de cerca, las alegaciones de los dos campos no aguantan el escrutinio.
Aunque Europa sigue siendo el mayor mercado de la exportación del Reino Unido, nadie puede creer seriamente que vaya a sufrir si abandona la UE. Los aranceles y las restricciones comerciales las marca la OMC. Dado que Alemania es el tercer mayor exportador del mundo (vende poco menos que EEUU, pese a ser mucho más pequeña), cuesta imaginar que ese país vaya a ponerse a infringir las normas del comercio global prohibiendo las exportaciones británicas. Destruiría su propia economía. Tengamos en cuenta también que el Reino Unido presenta un déficit comercial masivo con el resto de Europa, así que tienen mucho más que perder que el Reino Unido si se libra una batalla comercial y está claro que no habrá menos acceso al mercado europeo. Tampoco habrá menos empresas que inviertan en el Reino Unido. Vienen al país porque es un mercado grande, conocen el idioma y hay un sistema jurídico estable, mercados laborales flexibles y menos impuestos corporativos que en la mayoría de los países de Europa. Nada de eso va a cambiar.
Las ventajas de marcharse tampoco son muchas. Es cierto que el Reino Unido ya no estará sujeto a las leyes sobre empleo, energía y normativas dictadas desde Bruselas pero tiene burócratas entrometidos y políticos manirrotos de sobra, que sustituirán las normas hechas en Bruselas por otras redactadas en Whitehall. Gran Bretaña es una economía madura y desarrollada, con una larga tradición socialdemócrata. No va a convertirse de repente en un mercado emergente poco regulado. Fuera de la UE, tendrá más libertad para suscribir acuerdos comerciales con otras regiones (y podría perfectamente unirse al Tratado de libre comercio de América del Norte, si cambian "América" por "Atlántico") pero perderá su capacidad de influir en las leyes de la UE a beneficio propio y eso podría perjudicar a la City. ¿El resultado final? De nuevo, no habrá mucha diferencia.
Pronto sabremos si el voto se celebrará el año que viene o en 2017 y si Francia y Alemania están dispuestas a ofrecer a Cameron las concesiones que asegurarían la permanencia del Reino Unido en el club o, por el contrario, han llegado a la conclusión de que los británicos son unos miembros tan reacios de la UE que la UE estaría mejor sin ellos. Mucho dependerá de si el propio Cameron decide recomendar el sí o el no. Hasta entonces, habrá muchas historias de miedo sobre el impacto para la libra, la City y el mercado bursátil británico pero la realidad es que la economía seguirá como antes, se quede o no el Reino Unido en la Unión Europea.