¡La que lio el gobernador Linde!
- Una sociedad abierta debe tener normas que permitan buscar la prosperidad
Fernando Méndez Ibisate
Menuda la armó el gobernador del Banco de España, mentando el patriotismo! Y es que en una parte de nuestra sociedad, creo que no en toda por fortuna, es mentar la nación, el patriotismo, la bandera o el himno nacionales -sí, los nacionales- para que a más de uno se le ericen los pelos.
En este país, como acostumbramos a decir, es mentar elementos más o menos comunes sobre cultura, costumbres, gastronomía, tradiciones, historia... todas ellas compartidas, que las tenemos sobradamente, para que más de uno te desacredite. Hay quienes rechazan siquiera hablar de o presentar un intento de compartir en común, como sociedad, todo aquello que nos une o nos ha ido uniendo con el devenir de la historia y que nuestros ancestros han hecho que lleguemos a ser.
A veces no extraña que nos planteemos si merecen la pena aquí, en nuestro país, los esfuerzos y trabajo que individual, discreta y silenciosamente realizan muchas personas, procurando una sociedad mejor, más próspera, rica, digna... Tal como me enseñaron, considero que en una sociedad abierta, libre, no se trata de perseguir o tener objetivos comunes sino normas, reglas o instituciones comunes que nos permitan buscar y alcanzar, cada uno a su modo o posibilidades -por supuesto lícitas-, esa prosperidad o felicidad de la que hablaron algunos pensadores del XVIII.
Pero esas instituciones comunes son importantes ya que, dependiendo de que dirijan tanto los objetivos como los incentivos particulares en una u otra dirección, pueden producir consecuencias o resultados bien distintos, de manera que tales acciones o búsquedas individuales lleguen a resultar perjudiciales para la sociedad en su conjunto, aunque beneficien a determinados grupos de personas. Se trata de la distinción planteada por Buchanan entre búsqueda de beneficios y búsqueda de rentas.
Retornando a las declaraciones del gobernador, a decir verdad, no considero que el presidente de Gobierno, Mariano Rajoy, haya actuado en su momento por razones patrióticas, entendidas éstas como motivos puramente bondadosos, filantrópicos o caritativos, básicamente porque ningún político lo hace como tal, es decir en su condición de político. Lo filantrópico o caritativo sólo se mueve o sitúa en el ámbito privado (no digo que todos lo sean), dado que requiere libertad de acción o libre albedrío y con lo que es propio o de uno, no con lo de los demás; y la acción política utiliza la fuerza, la coacción, los impuestos... que no por casualidad se llaman así.
En realidad, como el resto de los mortales, los políticos tienen sus propios objetivos que, de un modo u otro, pueden racionalizarse como una maximización del poder que disfrutan (en cuantía y tiempo). Como cualquier político o presidente, cuando llegó a la Moncloa y tuvo un conjunto de información -relevante- más preciso, Rajoy actuó calculando las diferentes alternativas y sus posibles resultados, incluso con variantes más o menos imprevistas, que para eso cuenta con asesores y analistas. Por ejemplo, también mostró sus debilidades, si es que puede llamárselas así, partidistas o particulares ante las elecciones andaluzas de marzo de 2012.
Pero lo que en términos políticos sí ha tenido o demostrado Rajoy, que no así Rodríguez Zapatero, es una priorización en sus objetivos, principios, ideología, preferencias, o como quiera denominarse, del cumplimiento de las obligaciones, acuerdos y contratos que como sociedad y economía habíamos adoptado o firmado los españoles décadas antes, para bien o para mal, con el resto de países civilizados y más concretamente con la Unión Europea y la zona euro. Por su parte, Rodríguez Zapatero no supo o sus preceptos y prioridades fueron otros cuando, de facto, no quiso aceptar esos compromisos y mantuvo, contrariamente a las reglas estipuladas por dichos acuerdos, una política económica de gasto exponencialmente expansivo durante ocho, no cuatro, años. Y, aunque ciertamente al final de su mandato rectificó, no se olvide que fue contra sus principios y tras requerimientos telefónicos desde instancias internacionales.
Por tanto, en ese sentido que expresó y aclaró el gobernador del Banco de España, es cierto que el resultado final para la sociedad y la economía española ha sido que las miras u objetivos de este Gobierno, siempre comparado con el que le precedió, se han situado más a largo plazo y considerando más los intereses generales que los propios o exclusivos. Las encuestas electorales, que lo penalizan, así lo ratifican. Otra cosa es que la forma de llevarlos a cabo hayan estado a menor altura o distorsionados por intereses particulares de política, que también.