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En España el poder se dirime en el centro político


    Eduardo Olier

    Las elecciones andaluzas, independientemente de las singularidades de la región, muestran un nuevo panorama que incidirá sin duda en el devenir económico del país. En lo político, el escenario actual nos lleva muy atrás en el tiempo. Hay nuevos partidos, pero el modelo ya se ha visto.

    En España el poder se dirime en el centro político: quien lo ocupa será el ganador. Lo hizo Suárez con la UCD, le siguió Felipe González con el PSOE, y lo consiguió Aznar con el PP en su primera legislatura. El caso actual, con Mariano Rajoy a la cabeza, aunque responde al mismo modelo de centrarse, es algo atípico, pues los españoles votaron en contra del anterior presidente que, por otra parte, se había escorado demasiado a la izquierda.

    ¿Cambio de ciclo?

    Lo ocurrido en Andalucía ofrece un interesante panorama que puede ser el inicio de un cambio de ciclo que fructifique en dos legislaturas. El que se suponía ganador, y que retaba al actual presidente del Gobierno con su amenazador tic tac, ha logrado el máximo de lo posible.

    Podemos está excesivamente a la izquierda del arco político; ha fagocitado a Izquierda Unida, y su movimiento hacia el centro es ya imposible. Es un partido que ha decidido instalarse en un extremo, lugar desde el que nunca alcanzará el poder. España no es Venezuela. De aquí el error estratégico de esta formación. Conseguirán lo máximo que alcanzó Anguita en sus mejores tiempos. Sólo ha conseguido fagocitar a Izquierda Unida y rebañar algunos votos del Partido Socialista. Nada más.

    El PP, por su parte, se ha encontrado con Ciudadanos sentado en el centro, empujándole hacia la derecha. Si Ciudadanos consigue sacarle claramente de ese lugar -algo no descartable- se llevará en el futuro un buen puñado de votos, incluso sin tener la suficiente estructura. Los nueve escaños de Andalucía son el ejemplo claro de cómo sin organización y con líderes poco mediáticos se logra un buen resultado.

    Además, no hay que olvidar que las expectativas de alcanzar el poder hacen crecer las deserciones en los partidos colindantes. Además atrae votantes. Algo que bien pudiera ocurrir con esta formación política, que podría engrosar sus filas con políticos que dejaran sus actuales formaciones. Recuerden sino a la UCD y sus deserciones hacia el PSOE en aquellos tiempos. Ciudadanos, sin entrar en el debate de complejos asuntos que dificulten la atracción del voto, sólo puede crecer con esta estrategia de ocupar el centro. Y cuanto más se le ataque a derecha e izquierda, mejor. UPyD es también la demostración palpable de este fenómeno. Sólo puede ir hacia atrás en intención de voto. Perdió su oportunidad.

    Un caso enigmático es el PSOE actual. Su estrategia de bandazos a izquierda y derecha hace prever un futuro incierto, independientemente de los resultados andaluces. Lo lógico sería que apostara por ocupar el centro político desde su posición socialdemócrata, pero al no mantener una línea clara deja espacios que, de nuevo, serán aprovechados por Ciudadanos, que se convierte así en el partido bisagra que dará o quitará el poder. Una inmejorable posición viniendo de la nada como se suele decir. Un PSOE más centrado lograría el poder en las próximas elecciones sin excesivas dificultades ayudado por Ciudadanos. Otra cosa es que los líderes actuales lo quieran ver así.

    Las anteriores reflexiones, discutibles por supuesto, presentan un escenario con Ciudadanos como partido bisagra que puede tener la llave en la próxima legislatura. El PP va desaprovechando sus oportunidades y si no rectifica con rapidez verá perder el Gobierno después de mantenerlo sólo una legislatura, algo también novedoso.

    Y es que su posición en los cuatro pilares clave -Cataluña, Andalucía, Madrid y Valencia- está muy deteriorada. Andalucía ha sido una catástrofe; Cataluña repetirá el resultado a peor (lo que demuestra que el no hacer nada nunca es una buena estrategia); Valencia es una incógnita, pero no tendrá el esplendor del pasado; y Madrid verá crecer a Ciudadanos a sus expensas. Habrá estrategas del PP que alimenten la esperanza, pero hay que decir que en 2011 perdió Zapatero, y que en 2015 puede perder Rajoy. El voto de castigo también funciona.

    Y con todo esto queda el incierto futuro económico. Hace unos días la troika estuvo en España verificando el cumplimiento de los pactos que permitieron el rescate de nuestra banca. Los avances, en un momento de bajos precios del petróleo y un euro a la baja, son evidentes: la economía crece, la prima de riesgo está en mínimos, la consolidación fiscal parece un hecho, el crédito comienza a fluir, incluso el mercado laboral se muestra al alza, pero los desequilibrios continúan.

    Ahí está el altísimo paro juvenil, la deuda pública sin control, el deterioro de la balanza por cuenta corriente, el incongruente mercado interior, la necesaria segmentación del mercado laboral, la inaplazable reforma educativa, y otros temas como son la imprescindible modernización de los servicios profesionales, por ejemplo. Reformas necesarias que el escenario electoral actual ralentizará o anulará dando alas al populismo económico a derecha e izquierda, y que un nuevo Parlamento fragmentado hará de imposible realización. Malas noticias en un país necesitado de un nuevo modelo económico más competitivo para desarrollarse en el escenario global.