La recuperación de España como teatro del absurdo
A finales de los cuarenta del siglo pasado, el dramaturgo Samuel Beckett escribió una obra que es considerada como uno de los mayores exponentes del teatro del absurdo: Esperando a Godot. La trama de la pieza teatral consiste en que dos personajes, Vladimir y Estragón, hablan y hablan de un tal Godot, del cual esperan la solución de sus problemas. La obra termina sin que aparezca en escena. Es el mismo absurdo que protagonizan quienes, un día sí y el otro también, llevan esperando la deseada recuperación que traiga crecimiento y empleo.
Mientras la formulación de tal esperanza se repite en declaraciones y discursos, en nuestro país crecen los índices de pobreza y exclusión. Mientras los Godot del Gobierno y sus cada vez más escasos turiferarios siguen con el mantra del futuro esperanzador, los informes del FMI, OCDE o la CE rebajan, una y otra vez, los cuentos de la lechera gubernamentales.
Pero lo más grave radica en el contrasentido en que incurren los organismos mencionados, cuando insisten en la misma política que está en el origen de la situación que describen. Estoy convencido de que en sus adentros, tanto técnicos como políticos del sistema no son capaces de aventurar otra cosa que el devenir del azar y sus caprichos.
Catástrofe o mutación
Es una situación característica de las crisis que preludian una dramática opción: catástrofe o mutación. La primera la ven inevitable y la segunda la califican de indeseable. En consecuencia, se refugian en recitar las cuentas de este rosario de lugares comunes y palabras hueras.
Mientras tanto, la situación personal y social se degrada sin que parezca haber solución. Imaginen los lectores una escena teatral en la que un personaje recita la esperanza en la recuperación que se avecina y otro se dirige a los espectadores que estén en una edad comprendida entre los 25 y 35 años y les formule esta pregunta :¿Qué pensión piensan cobrar ustedes en su día?