Iberia: apuesta colectiva de futuro
Hace pocos días, los pilotos de Iberia firmábamos un acuerdo con la nueva dirección de la compañía, encabezada por su presidente, Luis Gallego. Tanto este último como el consejero delegado de IAG, Willie Walsh, han calificado este acuerdo de histórico. Este pacto supone la materialización de un profundo cambio estructural en Iberia, cuyo camino ya marcó y esbozó el árbitro nombrado por el Gobierno, Jaime Montalvo, para resolver pacíficamente y favorablemente para los intereses de España, de Iberia y del desarrollo de la carrera profesional de sus pilotos, la crisis provocada por los flagrantes incumplimientos de los pactos de fusión.
Dichos incumplimientos perjudicaban gravemente el desarrollo de Barajas y las oportunidades profesionales de los trabajadores y pilotos de Iberia garantizados por los acuerdos. Esta nueva estructura de convenio dota a Iberia de una eficiencia en costes y en productividad que le permitirán crecer aprovechando las oportunidades que le ofrezca el mercado.
A este acuerdo también se le puede poner el adjetivo de histórico, ya que es el primer paso para dar un giro radical a las relaciones laborales de la dirección con sus pilotos, profundamente deterioradas. No hay que ser ningún experto en recursos humanos para adivinar que éste sea quizás el mayor valor de este acuerdo. La plena implicación y participación de los pilotos en los objetivos de una compañía aérea aporta un valor y unos beneficios en la cuenta de explotación, tan significativos, que sólo se pueden predecir siendo un experto en el sector. Este valor aparece sólo por el mero hecho de establecer, con unos profesionales tan decisivos en la eficiencia y calidad que ofrece una compañía aérea, unas relaciones basadas en la transparencia, el respeto y la confianza.
Muchos de estos cambios eran estrictamente necesarios, como venimos advirtiendo y asumiendo los pilotos desde antes de la fusión, para adaptarnos a la realidad económica del país y por la aparición de las low cost, invitadas y subvencionadas por algunas comunidades para operar en clara e irregular ventaja competitiva con respecto a las compañías que operamos en red y sin subvenciones.
En el transporte aéreo existen ahora dos modelos operativos. El de red, basado en la alimentación desde aeropuertos principales de distribución (hub) de una red de vuelos intercontinentales, potenciados a través de fusiones y otras alianzas, que permiten ofrecer una alta calidad y una tupida red global basada en vuelos de conexión desde los aeropuertos hub de los aliados -caso de Iberia, Air France, Lufthansa, British Airways y KLM-, y el modelo de vuelos punto a punto de las compañías de bajo coste que viven de la subvención y de volar a aeropuertos secundarios o con tasas bajas o subvencionadas, en horarios valle, sin las ineficiencias que produce tener que alimentar una red y densificando al máximo los asientos de los aviones, sin invertir en calidad y cobrando los pocos servicios que ofrecen a precio de oro -easyJet, Ryanair, Norwegian, etc.-
Al ser incompatible la convivencia de los dos modelos en un mismo aeropuerto, los pocos países europeos, que como España, han tenido la gran oportunidad de tener una empresa aérea (Iberia) que les permitiera poder aspirar a tener un aeropuerto de distribución intercontinental de primer orden, han vetado prácticamente la invasión de sus aeropuertos principales por estas empresas low cost. Un aeropuerto que consiga ser un centro de conexión y distribución intercontinental (hub), otorga una clara ventaja estratégica sobre el desarrollo económico, la conectividad e influencia internacional, la riqueza y valor añadido que aporta a las ciudades e industrias del país.
Con este acuerdo, si IAG, el Gobierno y todas las instituciones involucradas apuestan con visión estratégica por que Iberia y Barajas vuelvan a recuperar su liderazgo, sin duda, ayudará a España a defender su papel de actor principal en las relaciones políticas y comerciales con Latinoamérica, ahora seriamente amenazado por Francia, que se ha marcado, desde hace años, como objetivo de Estado sustituir a España en esa influencia.
Una de sus principales herramientas para conseguir arrebatarnos esa influencia es implicar y utilizar a su compañía aérea, Air France, aliada con Air Europa, para ocupar, sin dudarlo e incluso asumiendo pérdidas, sustituyendo a Iberia en todos los destinos que abandone en Latinoamérica y Europa.
De igual modo, este pacto debe servir para posicionar a nuestra compañía en el liderazgo de las comunicaciones internacionales de España, aportando un valor imprescindible a la industria turística de calidad, que es la apuesta estratégica de este sector, clave por su aportación al PIB de nuestro país. El nuevo modelo de estructura de costes para la alimentación de nuestro principal centro de distribución de tráfico internacional, Madrid-Barajas, por el que también han apostado el resto de los colectivos de la compañía, supone una revolución en el sector y proporciona a nuestra empresa una herramienta de la que ninguno de nuestros competidores directos dispone: una fórmula que permite crecer con producción propia y competir con los nuevos actores low cost.
Esto permitirá que Iberia no tenga que abandonar más rutas domésticas y europeas por falta de rentabilidad y le permitirá abrir nuevos destinos europeos que aporten más clientes que, desde Madrid, vuelen con nosotros a nuestras rutas intercontinentales que también podrán ser incrementadas. Iberia será la primera empresa de red capaz de competir en igualdad de condiciones con easyJet y Ryanair en defensa de su posición en el aeropuerto de Barajas.
Los pilotos y el resto de empleados hemos asumido el más profundo sacrificio en términos de pérdida de puestos de trabajo y de rebaja de las condiciones laborales de la historia de Iberia. Y lo hemos hecho porque ahora nos lidera un equipo que claramente apuesta por un Plan de Futuro. Frente al anterior modelo de gestión, basado en la permanente confrontación y cuyo objetivo final no era otro que convertir a Iberia en una compañía residual con el triste resultado de que la fusión dejará de ser entre iguales, el nuevo presidente ha traído nuevas formas y actitudes, alejadas de tópicos que han dañado a lo largo de esos últimos años a la sociedad y su imagen.
Los pilotos de Iberia hemos hecho una apuesta firme por un nuevo equipo que desde que llegó ha trabajado intensamente para integrar a los pilotos y a todos los trabajadores en su proyecto de crecimiento eficiente y sostenible, para volver a colocar a esta empresa en el sitio de liderazgo que siempre ocupó antes de la fusión.
Luis Gallego ha ganado credibilidad entre la plantilla dando un raro ejemplo de ética y de solidaridad con los sacrificios que está exigiendo a los trabajadores. Ha renunciado a un sobresueldo de 632.000 euros, a la vez que el resto de gestores de IAG triplicaban su remuneración este año. Los trabajadores y la dirección ya hemos creado el marco de eficiencia y de costes reclamado por IAG. Ahora toca ahondar en reducir los costes operativos de Iberia con la renovación de flota, que ahorrará adicionalmente un 40% de los costes operativos de la empresa. Ha llegado el momento de que todos los agentes sociales e instituciones españolas hagamos un ejercicio coordinado, decidido, valiente y firme, con visión estratégica y de Estado para tener una compañía aérea de importancia estratégica para España.
Justo Peral, Jefe de la Sección Sindical de Sepla en Iberia.