Firmas
Los retos del director fiscal
Me comentaba en Berlín el director fiscal de un gran grupo multinacional que cada vez se sentía más indefenso ante lo que se le viene encima. "Las obligaciones formales se han multiplicado en los últimos años, los requerimientos y las comprobaciones tributarias son continuas, y cada vez más voces, dentro y fuera de la casa, preguntan acerca de nuestra estrategia fiscal, que la consideran o demasiado agresiva o demasiado conservadora; y lo peor de todo es que seguimos contando con los mismos medios de siempre".
A mi buen amigo le consolé diciéndole que no es el único que se siente así en su posición, y que otros en su lugar han empezado a tomar cartas en el asunto. ¿Y qué han hecho? Varias cosas. En primer lugar, han explicado a la alta dirección que el marco en el que se desenvuelve el área fiscal ha cambiado mucho en los últimos años. Las interpretaciones de la norma tributaria, tanto por parte de la Administración como de los tribunales, apenas tienen algo que ver con las que se hacían hace una década.
La responsabilidad que asumen las empresas y los administradores por la comisión de errores o por meras discrepancias de criterio tampoco tiene nada que ver con la responsabilidad que se asumía antes. La introducción de nuevas obligaciones tributarias y el escrutinio a la que se ven sometidas las empresas por parte de la Administración desde el inicio de la crisis económica es un hecho. Y a todo esto debemos añadir la creciente repercusión mediática que está teniendo el debate sobre la cifra de impuestos que moralmente deberían satisfacer en cada país las empresas multinacionales, y que ha obligado al director fiscal a responder cada vez más preguntas acerca de la estrategia fiscal adoptada por la empresa.
Se necesita una nueva estrategia fiscal
Una vez que la alta dirección toma conciencia de que las cosas han cambiado, resulta más sencillo para el director fiscal involucrar al Consejo de Administración en la definición de una estrategia fiscal. En primer lugar, resulta perentorio definir qué riesgos fiscales resultan o no asumibles para la organización, más allá de un análisis puramente técnico, y quién debe adoptar determinadas decisiones oportunas en algunos casos.
En esta área se ha progresado mucho. De acuerdo con un estudio elaborado por KPMG, en 2009 tan sólo el 38% de las empresas consultadas había definido una estrategia y una política fiscal aprobada por el Consejo, mientras que esta cifra ascendió al 77% en el año 2012.
A partir de la política fiscal aprobada al más alto nivel de la organización, un número creciente de directores fiscales han empezado a definir un sistema integrado de gestión del riesgo y de las oportunidades fiscales, sobre la base de tres pilares: (i) la asignación de responsabilidades, (ii) la conectividad interna y (iii) la estandarización de procesos. La asignación de responsabilidades es clave.
Cada uno tiene su papel
Para gestionar adecuadamente la función fiscal, es fundamental que cada una de las áreas de la organización (Legal, Financiera, Administrativa, Contable, Comercial, Gestión de riesgos, etc.), asuma un papel coherente dentro del sistema.
La conectividad y la comunicación entre los distintos departamentos y las áreas de la empresa resulta básica para no desaprovechar oportunidades fiscales, y para no incurrir en riesgos fiscales como consecuencia de una inadecuada implementación de las diversas opciones tributarias planteadas. En este marco, la estandarización de procesos tributarios resulta imprescindible para evitar la comisión de errores, para planificar y controlar el cash-flow fiscal, y para asegurar el cumplimiento de las obligaciones tributarias de una manera ágil y eficiente.
Finalmente, los directores fiscales han empezado a tomar conciencia de la importancia de definir una adecuada política de comunicación en materia tributaria, en coordinación con los responsables de los departamentos de Marketing, de Relaciones Institucionales o de Responsabilidad Social Corporativa.
De hecho, algunas empresas ya han empezado a publicar informes orientados a demostrar su responsabilidad social en materia tributaria, informes en los que revelan su política fiscal y los impuestos satisfechos en cada país. Una iniciativa que seguramente se extenderá en los próximos años, a tenor de las obligaciones impuestas en materia de transparencia fiscal, y de la drástica redefinición de las reglas del juego en materia de fiscalidad internacional que tendrá lugar en los próximos dos años, en el marco del proyecto BEPS (Base Erosion and Profit Shifting) impulsado por la Ocde. Temas como estos se están debatiendo en profundidad por profesionales del área fiscal de KPMG y responsables fiscales de las principales empresas de EMA en la Cumbre Fiscal que se está celebrando en Berlín hasta el 3 de octubre.
Daniel Gómez-Olano, director en el área de Tax Management Services de KPMG Abogados.