Firmas

Caso Bankia: presuntos implicados



    Ahora muchos se explican por qué se instalaban piscinas cubiertas en las cárceles y pantallas de plasma. Quizás para adecuarlas al nivel que corresponde a ciertos presuntos ilustres inquilinos que han venido ocupando los más altos cargos en ciertas cajas de ahorros quebradas. La admisión a trámite de la querella contra los máximos responsables de Bankia y BFA es un episodio más del despropósito en que los políticos han convertido al sistema financiero español, por acaparar la gestión de las cajas al servicio de sus intereses partidistas, económicos y de poder.

    No vamos a prejuzgar lo que los tribunales dictaminarán sobre los presuntos, aunque la opinión pública ha emitido su veredicto ya desde hace mucho y les ha declarado culpables morales del desastre financiero de nuestro país. Falta, evidentemente, que la Justicia les declare culpables de algún delito, que de momento no son más que imputados, palabra que suena fea, pero que más bien indica que disponen de las garantías procesales pertinentes para poder tener acceso al sumario y ejercer su defensa aunque se les atribuya la presunta participación en un delito.

    La salida a bolsa de Bankia es la piedra angular del proceso que ahora empieza, pues se duda de la veracidad de los datos financieros comunicados al público, dada la situación actual del banco a un año vista. Nadie puede creerse que el deterioro haya sobrevenido ahora, máxime porque el resultado del año pasado arroja unas pérdidas en el grupo BFA que ponen los pelos casi 14.000 millones de veces de punta, siendo uno de los problemas la situación y valoración de Bankia, muy inferior a la que figuraba en los libros de BFA antes de las correcciones valorativas.

    Si Bankia tenía problemas ocultos en sus cuentas y aun así otras cuentas que no lo reflejaban se hicieron públicas -el Banco de España aprobó el plan de capitalización y la CNMV bendijo la información, con la firma de los auditores-, estamos ante una operación que es como un ventilador echando porquería. Difícilmente cualquiera que haya estado cerca del ventilador podrá librarse de ponerse perdido o ser alcanzado por alguna brizna. Sacar a bolsa una compañía precisa de muchos cooperadores necesarios para llevarse a la práctica. No se levantó una mañana el presidente y dijo: "salimos a Bolsa, que lo hago yo", porque él solo no podía hacerlo. Necesitó el apoyo institucional y el plácet de los organismos supervisores, que bien mirado son más visores que súper, porque visaban cualquier cosa, según parece.

    Bankia es el buque escuela procesal en el que emprenden viaje los primeros políticos relevantes imputados por la gestión de las cajas de ahorros. Pero este primer crucero con salida en la Audiencia Nacional, escalas en su repercusión mediática y fin de trayecto en la piscina cubierta de algún penal o en el lujoso domicilio de los interfectos, poco ha de servir si no embarca a más pasajeros.

    Cargarse financieramente un país no le puede salir gratis a la clase política, y puesto que es imposible hacer pagar a determinados personajes que han regido nuestros más altos destinos con impericia e irresponsabilidad, porque fueron elegidos en las urnas, quizás sus peones y caciques destacados en la cosa financiera podrían pagar por sus propios pecados al menos, si se demuestra que los cometieron.

    Se diseñó una hoja de ruta para el sistema financiero que resultó ser un error, pero para poder llevarla a la práctica me temo que hacía falta presuntamente engañar al público sobre la verdadera situación de las entidades, no poniendo en evidencia sus problemas. Si además esa hoja de ruta implicaba vender preferentes, vender acciones y hacer perder dinero a los demás en base a información falseada, estamos hablando de presuntos delitos tipificados en el código penal.

    Luego no es de extrañar que los presuntos hayan resultado imputados, aunque o faltan presuntos o sobran todos, salvo que se trate de una película del oeste en la que el cantinero siempre le dice a los matones eso de, por favor, no disparen al pianista. Y como dice la canción de Presuntos Implicados: cómo hemos cambiado, qué lejos ha quedado aquélla amistad.

    Juan Fernando Robles, profesor de Banca y Finanzas.