Evasión
La vida de los espías rusos infiltrados en Occidente en el libro 'The Illegals', de Shaun Walker
- Bajo el título 'The Illegals. Russia's Most Audacious Spies and the Plot to Infiltrate the West'
- Walker lleva casi dos décadas cubriendo el mundo postsoviético, lo que le ha permitido desarrollar una red de fuentes en Moscú, Washington y Bruselas
Ignacio Vasallo
En 2024, Shaun Walker, corresponsal veterano en Europa del Este para The Guardian, publicó uno de los libros más reveladores sobre el espionaje ruso : The Illegals. Russia's Most Audacious Spies and the Plot to Infiltrate the West , todavía no traducido al español, es una obra de periodismo narrativo que ilumina con rigor y precisión una de las estrategias más secretas del aparato de inteligencia soviético y después del ruso.
Walker lleva casi dos décadas cubriendo el mundo postsoviético, lo que le ha permitido desarrollar una red de fuentes en Moscú, Washington y Bruselas, acceder a expedientes judiciales, informes de inteligencia desclasificados y realizar entrevistas con agentes retirados, exfuncionarios del KGB, del FBI, abogados y familiares de los espías. El resultado es una investigación profunda, escrita con un estilo sobrio que revela el funcionamiento interno del programa de ilegales rusos: agentes entrenados para infiltrarse en Occidente sin cobertura diplomática, usando identidades falsas y viviendo durante años como ciudadanos perfectamente integrados en sus países de destino.
El origen del programa se remonta a los años fundacionales del Estado soviético. Apenas consolidado el poder bolchevique, Lenin encargó la creación de una red de inteligencia que pudiera operar fuera del alcance de los servicios de seguridad occidentales. En los años 20, la Cheka —precursora del KGB— ya experimentaba con el uso de agentes sin cobertura oficial. El objetivo era claro: infiltrar los aparatos políticos y militares de los países enemigos, obtener información de primera mano y, en caso necesario, manipular la política interna de esas naciones.
Durante la Guerra Fría, esta estrategia se perfeccionó. El programa de ilegales pasó a manos del Primer Directorio del KGB, que entrenaba a hombres y mujeres para adoptar identidades occidentales desde cero, aprender acentos, modismos, costumbres e incluso estudiar carreras universitarias en los países de destino. Eran, en apariencia, ciudadanos normales.
Con la llegada de Mijaíl Gorbachov y la apertura del régimen soviético, el programa de ilegales fue parcialmente desmantelado. La perestroika y el colapso del Pacto de Varsovia hicieron innecesario el espionaje de largo plazo en territorio occidental. Pero esa tregua duró poco.
Shaun Walker documenta cómo, ya en los años 90, un nuevo liderazgo en los servicios secretos rusos —procedente del antiguo KGB— empezó a revivir la idea. Y cuando Vladimir Putin, él mismo un veterano del espionaje en Alemania Oriental, accedió al poder en 1999, el programa fue reactivado .
El libro repasa con detalle el caso más mediático: la red de espías desmantelada en 2010 por el FBI, en la llamada operación Ghost Stories. Fueron detenidas once personas que llevaban años viviendo en Estados Unidos.
Walker reconstruye la vida de estos agentes: cómo fueron reclutados, cómo se formaron durante años en Moscú, cómo asumieron nuevas identidades y cómo recibían instrucciones .En algunos casos, sus misiones estaban definidas vagamente: establecer contactos, y ganar influencia, para ser útiles llegado el momento. No se trataba de extraer secretos militares concretos, sino de sembrar una red de confianza dentro de las élites políticas, económicas o académicas. El libro también muestra cómo el FBI los vigiló durante años antes de actuar, registrando sus domicilios, pinchando sus comunicaciones y siguiendo sus movimientos.
The Illegals se adentra tambien en sus familias que desconocían su verdadera identidad. Al ser arrestados, fueron deportados en cuestión de días, sin posibilidad de despedirse ni de explicar la verdad. Algunos niños se quedaron , otros fueron enviados a Rusia, donde recibieron nuevas identidades.
La angustia constante de una posible detención, el aislamiento emocional, la imposibilidad de compartir su historia con nadie, incluso con sus parejas o hijos, marcaron la vida de muchos ilegales. Walker recoge testimonios de antiguos agentes que, tras ser canjeados en intercambios diplomáticos, nunca lograron readaptarse a la vida en Moscú.
En ocasiones, la soledad era tan abrumadora que les inducia a cometer errores: llamadas telefónicas sospechosas, contactos mal gestionados o simples imprudencias como discutir en ruso en público. Estos detalles parecen sacados de una serie de televisión, como The Americans que resulta sorprendentemente fiel a los hechos. La vida de Philip y Elizabeth Jennings ,sus protagonistas , tiene paralelismos inquietantes con los casos reales que Walker documenta.
The Illegals es también un reflejo de la Rusia actual. El programa no solo busca información, sino crear un ecosistema paralelo de influencia. La lógica no es solo la de la Guerra Fría, sino la de un régimen que percibe el mundo occidental no como un socio potencial, sino como un adversario. La invasión de Ucrania en 2022 fue el desenlace lógico de esa visión.
Shaun Walker ofrece una mirada lúcida y bien documentada sobre una realidad incómoda: la guerra fría no terminó, simplemente cambió de forma. Y en esa guerra, los ilegales siguen siendo la avanzadilla más silenciosa y peligrosa.