Evasión
Los Reyes de Bélgica culminan el Camino de Santiago con una escapada íntima en este pazo gallego de ensueño
- El Pazo de Brandeso, una joya arquitectónica del siglo XVII situada en Arzúa, a apenas 35 kilómetros de Santiago
Carolina Cuesta
Tras más de ocho años de caminatas pausadas, silencios compartidos y fe personal, los Reyes Felipe y Matilde de Bélgica han completado el Camino de Santiago. Su recorrido comenzó en Roncesvalles en 2017 y, salvo el paréntesis obligado por la pandemia, han avanzado cada Semana Santa, acompañados en ocasiones por sus cuatro hijos. Este abril de 2025, finalmente llegaron a la catedral compostelana, cerrando así una travesía de más de 750 kilómetros por el Camino Francés.
Pero su llegada no fue solo espiritual. Para esta última etapa, la familia real eligió hospedarse en el Pazo de Brandeso, una joya arquitectónica del siglo XVII situada en Arzúa, a apenas 35 kilómetros de Santiago. El retiro, rodeado de jardines amurallados y bosques centenarios, ofreció la intimidad y serenidad que buscaban para vivir los últimos pasos de su experiencia jacobea.
Durante cuatro días, caminaron desde Sarria hasta Santiago, pasando por Portomarín, Palas de Rei, Arzúa y O Pino. Cada jornada comenzaba temprano, con un desayuno sencillo y cálido antes de retomar el Camino. Al finalizar, regresaban al mismo punto de partida: un pazo con salones decorados con terciopelo rojo y verde, chimeneas encendidas, una capilla del siglo XVI y 14 habitaciones con mobiliario de época y baños de diseño moderno.
Las veladas eran tranquilas y familiares. En ocasiones, el Rey Felipe se sentaba al piano, mientras sus hijos compartían juegos o lectura. En este entorno celebraron dos fechas muy personales: el cumpleaños del propio rey, con tarta Sacher incluida, y el de su hija menor, Eleonore, que cumplió 17 años durante la estancia.
Aunque el precio por noche oscila entre los 50 y los 65 euros por persona, la reserva de varias habitaciones por parte de la familia real elevó el coste total de la estancia por encima de los 3.000 euros. Un lujo rural discreto, elegante y profundamente ligado al sentido íntimo de su viaje.
El Camino, para los Reyes de Bélgica, ha sido mucho más que una tradición religiosa o un destino turístico: ha sido una forma de detener el tiempo, de caminar en silencio y en familia. Y su final no podía ser en otro lugar que en Galicia, entre caminos de piedra, aromas de bosque y una historia que también es la suya.