Zoey Deutch deslumbra en Cannes con un homenaje a Jean Seberg y la moda francesa de los años 60
Lucas del Barco
La actriz Zoey Deutch aterrizó en el Festival de Cannes con una misión clara: rendir homenaje a una de las figuras más icónicas del cine y la moda francesa, Jean Seberg. Con su papel protagonista en Nouvelle Vague, dirigida por Richard Linklater, Deutch encarna a la legendaria actriz estadounidense que se convirtió en símbolo de la Nouvelle Vague, y lo hace tanto dentro como fuera de la pantalla.
Nada más llegar a Cannes, Deutch se dirigió directamente a su última prueba de vestuario con Chanel. Allí la esperaba un vestido confeccionado a medida por la maison francesa, inspirado en una fotografía antigua que la propia actriz había encontrado durante su investigación para el papel. "Sentí como si fuera a mi boda sin haber visto antes el vestido", declaró en una entrevista. "Entré, lo vi y pensé: 'Es perfecto".
El vestido, realizado en organza de seda blanca, incluía un delicado peplum en la cintura, bordados florales hechos a mano y una silueta alargada que evocaba el estilo de los años 60. Aunque la imagen original que inspiró la creación no era de Chanel, la casa de moda transformó la estética vintage en una pieza contemporánea sin perder la esencia de la época. La colaboración entre Deutch y Chanel comenzó meses antes, durante el rodaje del filme, cuando la firma diseñó vestuario personalizado para su personaje bajo la dirección de la reconocida figurinista Pascaline Chavanne.
El compromiso de Deutch con el papel fue más allá del vestuario. Para interpretar a Seberg, la actriz se sumergió en una intensa preparación lingüística y emocional. Seberg, nacida en Iowa, había eliminado su acento estadounidense tras trabajar con un coach vocal en sus primeros años. Deutch replicó este proceso con meses de estudio del idioma francés. "No era solo aprender a hablarlo fonéticamente", explicó. "Tenía que comprenderlo para poder reaccionar. Actuar es reaccionar y si no entiendes lo que te dicen, no puedes hacerlo bien".
Además del idioma, Deutch transformó su apariencia: cortó su melena y la tiñó de rubio platino, decisión que inicialmente sorprendió a Linklater, quien le propuso usar una peluca. Sin embargo, para la actriz, el cambio físico era esencial para interiorizar el personaje. "Me encanta poder vivir distintas vidas a través de mis papeles. En mi vida personal no haría algo así, pero aquí tenía un propósito", afirmó. Durante los tres meses de rodaje en París, Deutch adoptó incluso la estética cotidiana de Seberg, utilizando pañuelos para cubrir su nuevo corte de cabello, tanto por estilo como por necesidad práctica. Esa inmersión también le permitió conocer París desde otra perspectiva. "Esta vez no fui una turista. Caminé por la ciudad, viví en Saint-Germain. Me enamoré de París de verdad", confesó.
El vestuario del filme jugó un papel crucial. Pascaline Chavanne recurrió a archivos históricos, documentales como Chambre 12, Hôtel de Suède y materiales de la Cinémathèque Française para recrear fielmente el estilo de Seberg. Uno de los hallazgos más valiosos fue el recibo original del vestido a rayas que Godard compró para Seberg en una tienda ya desaparecida en los Campos Elíseos. Ese vestido, recreado con tejidos modernos que pudieran resistir las condiciones de rodaje, es una de las piezas centrales del filme y fue la elección de Deutch para el photocall en la terraza del Palais des Festivals.
Otro de los retos fue replicar la emblemática camiseta 'New York Herald Tribune' de À bout de souffle, que requirió múltiples pruebas hasta encontrar la textura y el corte adecuados. "No se trata solo de ropa, sino de cómo esta se encuentra con el actor y transforma una escena", explicó Chavanne.
Para Deutch, interpretar a Seberg no solo implicó replicar su estilo o su voz, sino también explorar su vulnerabilidad. "Había una tristeza en sus ojos. No solo era una cuestión estética; quise entender de dónde venía ese dolor", comentó. La actriz optó por centrarse en los primeros años de Seberg, antes de que se convirtiera en ícono, dejando de lado los aspectos más trágicos de su vida. "No quería leer la última página del libro estando aún en la página 20", explicó.
La respuesta en Cannes ha sido entusiasta. Nouvelle Vague ha sido recibida como una celebración del nacimiento del cine moderno francés y una oda a la juventud, el estilo y la rebeldía que marcaron toda una generación. Más allá del cine, Deutch también ha destacado por su evolución artística. Tras su paso por Broadway con Our Town, y con nuevos proyectos como Voicemails to Isabelle en camino, la actriz afirma sentirse agradecida por poder combinar sus dos pasiones: la interpretación y la moda. "Siempre soñé con ser diseñadora. Todavía dibujo bocetos. Poder crear piezas personalizadas y trabajar con diseñadores es como vivir ambas vidas", reveló. Y aunque confiesa que las alfombras rojas le siguen dando nervios, Deutch abrazó con elegancia el momento en Cannes. "Hay tantas cámaras, tanta gente gritando tu nombre… Es aterrador, pero también hermoso y surrealista. Me siento muy afortunada de vivir esto, sobre todo cuando llevas algo que cuenta una historia".