Evasión

Leo Rizzi o cómo pasar de triunfar en TikTok a colaborar con Raphael: echar a volar más allá del hit


Ana Latorre

Leo Rizzi tenía 12 años cuando probó con la guitarra, una pasión que fue alimentando junto a su hermana, quien le contagió el amor por la música. De raíces diversas, por aquel entonces vivía con un pie en España y otro en Uruguay: nació en Ibiza, creció en Punta del Este y, finalmente, se instaló en Valencia, donde estudió Bellas Artes y una amiga le dio el consejo que cambiaría su vida: le propuso que publicara acústicos en Internet. Él le hizo caso. En el pasado jugueteaba por YouTube, pero ocultó los vídeos. No ocurrió lo mismo con TikTok: su canción Amapolas se convirtió en un hit viral y, finalmente, el artista terminó fichando por Warner. Sus sueños de futuro cambiaron por completo. Es lo que tiene aunar talento, entusiasmo y el magnetismo. Al principio, le molestaba que se le conociera como "el cantante de TikTok". Ahora, aprecia las oportunidades que le brindan las redes sociales. "Antes estaba la radio, y ahora está esto", nos dice. A sus 26 años, apunta que es inquieto, perfeccionista y reflexivo, un apasionado de su profesión que se encuentra en constante transformación.

Rizzi lanzó el pasado mes de septiembre PÁJARO AZUL, inspirado por la obra de Rubén Darío. "La vida es aprender a conversar con el pájaro hasta que sea libre", afirmaba en su momento. Es un disco catártico para él por todo lo que le ha enseñado de sí mismo, de su fuerza creativa. Gira en torno a la libertad y toca temas como las relaciones poliamorosas —así se aprecia en Movimiento natural, su colaboración con Zahara—, un asunto por el que se interesó tras la lectura de Pensamiento monógamo, terror poliamoroso, de la escritora catalana Brigitte Vasallo. Seis meses más tarde, en marzo, lanzó la versión extendida de su debut, PÁJARO AZUL EXTENDED, trabajo que incluye una versión live de varios de sus temas, como REVOLUCIÓN AZUL o ZEPPELIN. Otras, como Julia o QUEBRANTO, amplían el universo de Rizzi y trasladan el aura del directo al formato discográfico. Amante de nombres como Depeche Mode, Jorge Drexler, Julieta Venegas o Billie Eilish, sus gustos son heterogéneos, algo que también se aprecia en sus colaboraciones —ha trabajado con Recycled J, Pablo Alborán y el mismísimo Raphael—. En conversación con Evasión, el músico define su debut como su "primer disco". Habrá más. Asegura que el pájaro ha echado a volar. Eso sí, cuando llega la noche, posa los pies en la tierra.

¿Has reposado ya las sensaciones que te dejó tu debut discográfico?

La verdad es que sacar este primer disco fue algo muy personal. Tuve que meterme mucho dentro de mí y sacar lo que tenía para mostrarme al mundo, como si fuera una carta de presentación. Fue como una especie de autoterapia extraña que, por momentos, fue muy difícil, pero también muy guay. Con la perspectiva del tiempo, veo un álbum con carga; tiene peso para mí. Había mucho en juego, y siento que se hizo un trabajo muy bonito. Es un muy buen primer disco para luego, a partir de ahí, poder seguir jugando con la música.

¿El próximo disco se diferenciará de PÁJARO AZUL? ¿Por dónde te gustaría explorar?

Si puedo hacer una crítica del álbum al respecto, es que me lo tomé demasiado en serio. Me impliqué mucho, y eso está superbién, pero no quiero tomarme el siguiente disco de esa forma. Hay una necesidad vital de ir más allá. Quiero divertirme.

¿A qué crees que se debe esa necesidad de ir hacia algo más ligero?

Creo que cuando uno se hace mayor deja de ser tan dramático. Se lo toma todo de otra forma, y yo siento que tengo bastante sentido del humor. Me gusta la ironía, tomarme las cosas a risa… Y eso todavía no se ha metido en mi música, que se queda más en la parte social. A veces pienso en lo guay que sería juntar esa parte de mi personalidad con mi parte musical. Ese pájaro azul de Rubén Darío ya está libre en mí. Al sacar el primer disco, me liberé, di un paso importante para mí. Ahora sé lo que puedo hacer y los demás lo saben también.

"Si puedo hacer una crítica del álbum al respecto, es que me lo tomé demasiado en serio"

Diste un salto en tu vida al pasar de publicar música en TikTok a firmar un contrato con Warner. ¿Qué has aprendido del mundo de la industria que antes desconocías?

Si pudiera hablar con ese niño que empezó a tocar la guitarra con 12 años, le diría que, aunque se tiene la creencia de que el mundo de la música es un lugar maravilloso al que se llega pulsando un botón, esa no es la verdad. La gente piensa que, al alcanzar el éxito, hay un momento en que no tienes que seguir trabajando como el primer día, y no es así. Esta carrera es un constante trabajar desde cero. Si bien puedes subir escalones, estos son temporales. Cuando llegan los primeros logros, uno cree que eso va a ser para siempre, pero la realidad es que vas a vivir muchos altibajos. Tienes que saber que nada es lo que te han prometido, y que vas a tener que trabajar como un loco.

¿Te has tenido que pelear mucho con el ego?

Con él tienes que pelear constantemente para calmarte y no compararte con el resto. El ego te enseña, porque te ayuda a seguir adelante, pero también puede hundirte. A nadie se le regala nada en la industria.

De esto habla el documental de Aitana, Metamorfosis. La industria le exige un nivel, y a eso se suma que ella es muy perfeccionista consigo misma.

El documental de Aitana refleja superbién lo que se vive desde dentro. Y, en mayor o menor medida, esa voz del padre de Aitana la tenemos todos integrada en la cabeza. Pero debes encontrar tu modo sostenible de aguantar en el mundo de la música más allá del hit.

"El documental de Aitana refleja superbién lo que se vive dentro de la industria (...), tienes que encontrar la forma sostenible de aguantar en ese mundo más allá del hit"

¿Y cómo se hace eso?

Puedes buscar formas para tener tú el control de la inversión, porque al final todo conlleva mucho dinero en esta industria, que es una movida. Sacar una canción te puede costar 10.000 euros. Por eso, cuando te venden la historia de que eres artista y que estás en una discográfica, piensas que tienes que hacer cosas superelaboradas y caras, pero eso no es sostenible. Creo que hay que encontrar un punto medio que te permita autogestionar tus recursos. El fin no debería ser desear los grandes lujos de la fama, sino encontrar la manera de seguir componiendo y produciendo música para mantenerte en la industria. Eso es lo único que te hace salir a flote. Para mí lo importante ahora mismo es poder tener mi casa, donde están mi piano, mi guitarra y los recursos que me permiten seguir subiendo canciones.

¿Dirías que tú, entonces, has alcanzado ese equilibrio?

Ahora mismo lo puedo encontrar, pero no deja de ser una lucha constante. Podría decir que tengo una cierta tranquilidad y puedo seguir trabajando en lo siguiente, sin estar con el agua al cuello, como a mucha gente que le ha pasado. Es muy difícil ser artista y comer de tu arte. Por eso a veces el artista colapsa y decide hacer lo que la gente quiere.

"Puedes buscar formas para tener tú el control de la inversión, porque al final todo conlleva mucho dinero en esta industria, que es una movida. Sacar una canción te puede costar 10.000 euros"

Algunos músicos ya están creando estribillos para que encajen en TikTok y se vuelvan virales. ¿Qué opinas de esto?

Hay que respetar todo, pero aquí traigo a la mesa a Rick Rubin, un productor increíble, ya mayor, que ha sacado muchísimos temazos sin tocar un instrumento. Él dice una cosa muy guay, que es que el marketing no puede entrar en la sala de composición. Cuando termines la canción, entonces, hablamos de marketing, de mercado. Antes no. Tampoco quiero decir que esta sea la única forma válida de hacer música, pero...

En TikTok tienes cerca de dos millones de seguidores. ¿Cómo te relacionas con el 'deber' de tener que publicar contenido para estar presente?

La verdad es que quiero hacer las paces con las redes sociales. Cuando me he puesto de espaldas a ellas me he dado cuenta de que eso jugaba en mi contra, porque todo se paraba. Ahora estoy en el punto de aceptar que estas son las cartas que debo jugar. Si quieres que te escuchen, tendrás que usarlas de forma inteligente.

¿Y cómo usarlas inteligentemente?

No creo que haya un camino. Ni siquiera puedo hablar del que a mí me sirve, porque me cuesta una barbaridad. Cuando digo que quiero hacer las paces con las redes sociales, me refiero a que tengo que aceptar la realidad. Y la realidad es jodida. Las redes sociales son abrumadoras, un lugar de estrés donde el ritmo de producción es muy elevado. Y yo tengo que producir desde ese lugar, que además está muy ligado al scroll, la dopamina y la adicción que genera que un vídeo tuyo tenga equis visualizaciones. Por eso creo también que la ayuda psicológica es muy necesaria, porque te ayuda a encontrar la dopamina no en la viralidad, sino en hacer las cosas que te gustan. Si creas un plan competitivo para ser viral, eso crea dependencia. ¿Tu objetivo es ganar seguidores o hacer música? Hay que pensar en esto para no terminar haciendo cosas que no te representan.

"No hay que encontrar la dopamina en la viralidad, sino en las cosas que te gusta hacer"

Tu música pasa por el soft rock y la electrónica, y tu presencia es muy setentera. ¿De qué manera te relacionas con el gran público en un momento en el que el pop convencional, y esa música que llamamos 'urbana', es el mainstream?

Intento ser lo más fiel a mi gusto personal. Obviamente, los artistas somos un espejo de la gente; tenemos que canalizar lo que siente el público, entenderlo. Todos vamos a canciones que necesitamos escuchar. Un colega que es productor me decía que le flipa el rock argentino: Charly García, Spinetta… Pero el que más le gusta es Gustavo Cerati, porque él con llegó a comunicarse con la gente sin necesidad de ser supervirtuoso. Creo que hay que acercarse al pueblo con una propuesta que a ti te guste, pero que también pueda llegar a otra persona. ¿De qué sirve ser virtuoso si luego haces cosas que nadie entiende, porque tú eres artista y el otro un simple mortal?

Llama la atención que pese a tu breve recorrido, ya has colaborado con artistas como Raphael...

¡Sí, muy fuerte! Eso fue increíble. Con 80 años estaba más fresco que yo.

¿Te dio algún consejo?

Recuerdo que no paraba de preguntarle mil cosas. Le decía: '¿Pero cómo has hecho para mantenerte donde estás?'. Y él me contaba que simplemente estaba al día. Iba escuchando, componiendo y poco a poco avanzando sin pensar en ir más allá. Me quedé con eso.

¿Qué escucharemos próximamente de Leo Rizzi?

Te puedo decir que hay una colaboración ahora con Miranda en su nuevo disco, que sale prontito. También tengo alguna colaboración con artistas de México, canciones muy bonitas… De mi nuevo disco no he seleccionado todas las canciones, solo tengo las maquetas. Tengo muchas ganas de seguir creando.