Crítica de Minecraft: la película basada en un videojuego que arrasa la taquilla
Lucas del Barco
Si no estás familiarizado con el fenómeno global que es Minecraft, es posible que necesites hacer una pequeña investigación exprés en Wikipedia antes de enfrentarte a Minecraft: la película, o de lo contrario te sentirás como un visitante despistado en una convención de insiders. Esta frenética aventura familiar, que ha sorprendido en la taquilla mundial, nos presenta a Jack Black como Steve, un "maestro minecrafter" que guía a un grupo de novatos a través de un mundo completamente hecho de cubos. En su camino, deberán enfrentarse a amenazas rectilíneas como zombis, "creepers" y una horda porcina de malvados "piglins".
Para los fanáticos del juego, el guiño está claro: Steve no es un personaje con una historia propia, sino el avatar básico, de camiseta turquesa, que viene por defecto en el juego. Pero, claro, eso ya lo sabías… ¿verdad?
Hollywood lleva años tratando de extraer narrativa de fenómenos abstractos del mundo digital (basta recordar Pixels o The Emoji Movie), con resultados dispares. Lo que hace que Minecraft: la película destaque —aunque de forma peculiar— es que está dirigida por Jared Hess, el mismo detrás de la entrañablemente excéntrica Napoleon Dynamite (2004). Hess inyecta su característico tono goofy en el mundo real que vemos al inicio: un pueblo de Idaho donde habitan personajes como un ex campeón de videojuegos venido a menos (Jason Momoa, con chaqueta rosa chillón y flecos), una agente inmobiliaria que lleva una alpaca en su auto (Danielle Brooks), y una despilfarrada Jennifer Coolidge. La estrella de las dos primeras temporadas de The White Lotus (que nos recuerda a Cristina Tárrega) interpreta el papel de una funcionaria escolar que acaba enamorada de una criatura cúbica de aspecto cavernícola.
Aunque hay momentos de invención visual interesantes y algunos chistes que provocan sonrisas, la película rápidamente se convierte en una mezcla caótica de explosiones, tropiezos exagerados y un humor que no hará gracia a cualquiera. Jack Black, que ya ha recorrido el camino del aventurero en clave de parodia con Jumanji, vuelve a usar su conocido estilo de exclamaciones entusiastas ("¡Whoah, dude!"). Sin embargo, ya con barba gris y en sus cincuenta, su personaje comienza a sentirse como el Brian Blessed de la generación slacker: ruidoso, entrañable, pero quizás algo fuera de lugar.
Minecraft: la película es un intento de convertir uno de los videojuegos más populares de la historia en una experiencia cinematográfica para toda la familia. Y aunque arrasa en taquilla gracias al poder de la marca, su intento de construir una historia coherente a partir de bloques cúbicos y guiños internos se tambalea bajo el peso de su propio caos narrativo.
Hay que reconocer que es visualmente llamativa y ocasionalmente divertida, pero más caótica que creativa. Ideal para fans acérrimos del juego, pero una montaña rusa desconcertante para los no iniciados.