'Proust y las Artes' da la mano a la literatura en una interesante exposición en el Thyssen-Bornemisza
Ignacio Vasallo
El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza nos ofrece la exposición Proust y las Artes, abierta al público hasta el 8 de junio. La muestra es un recorrido por las influencias artísticas de Marcel Proust y como estas se reflejan en el conjunto de su obra literaria. Abre con Los placeres y los Días, que explora la relación del escritor con las artes, la música , el teatro y su temprano interés por la estética. A partir de ahí avanza a través de los escenarios y las influencias que marcaron su obra, estructurándose en distintos ámbitos temáticos que reflejan la evolución de su visión artística.
Desde su apertura está teniendo una importante afluencia de visitantes que, seguramente ,igual que me ha ocurrido a mi , no han sido capaces de completar la lectura de A la Búsqueda del Tiempo perdido pero se han convertido en expertos gracias a los innumerables ensayos sobre el asunto .Solo los estudios sobre las diferentes traducciones llenan varios tomos. Unas veces es a la búsqueda… otras en busca... o a la busca... y así desde las primeras líneas, las famosas : mucho tiempo he estado acostándome temprano…. O cualquiera de sus múltiples versiones. Aunque quizás se haya escrito aun mas sobre la famosa magdalena mojada en te del desayuno, tras una noche de insomnio. Es el largo pasaje en el que la mayoría de los lectores se han quedado atrapados sin capacidad de continuar.
La novela escrita entre 1908 y 1922 consta de 7 partes, las primeras publicadas en 1913 y las 3 últimas póstumamente. Dicen los expertos que en el fondo es autobiográfica ,aunque utilice a otros personajes para describirse a sí mismo . Primero disecciona a la alta burguesía parisina, representada en la figura de Charles Swann, sensible y homosexual , para adentrarse posteriormente en la vida de la aristocracia a través de la Duquesa de Guermantes, dos mundos distantes que parecen irreconciliables pero que, al final de su obra, terminan por entrelazarse en El tiempo Recobrado.
.La exposición que, sabiamente, da por supuesto o lo pretende , que el público conoce la obra de Proust, nos transporta cronológicamente desde su juventud hasta su madurez, con una especial atención a la etapa central de la Tercera República francesa en la que, tras las reformas de Haussmann, París se consolidó como centro cultural y social de Europa.
En la primera sala vemos el más famoso retrato de Proust al que le ocurre lo contrario que a su novela: todos reconocen al escritor, un joven dandi de 21 años, de triste, profunda y melancólica mirada, con una gardenia en el ojal , pero pocos saben quien es el pintor: Jacques-Emile Blanche, uno de los retratistas más ilustres de la época.
Ya desde su adolescencia Proust se interesó por la pintura holandesa del siglo XVII y la renacentista italiana, disculpa que permite la exhibición de obras de Vermeer Rembrandt y Van Dyck entre otros. Luego viene la fascinación por Venecia y las catedrales góticas, reflejadas en la muestra para terminar destacando su relación con la modernidad que crearon los impresionistas y que es la base de la estética proustiana. Los recientes bulevares, el Bois de Boulogne y otros lugares por los que pasea sin rumbo el flaneur y que con tanta fuerza han pintado Monet, Manet, Renoir y Vuillard, todos ellos representados en la exposición al igual que otros impresionistas menos famosos hoy día.
La exposición Proust y las Artes pretende ser una experiencia envolvente y enriquecedora. A través de 136 piezas, entre pinturas, esculturas, grabados y libros, se ofrece un panorama completo de las influencias artísticas del escritor. La destacada labor de los comisarios ha sido clave para estructurar un recorrido que conecta y permite entender mejor su universo creativo. Han sabido aprovechar las colecciones del Museo Nacional Thyssen Bornemisza para articular alrededor de ellas el discurso expositivo. Una muestra imaginativa que interesará a quienes buscan descubrir la estrecha relación entre literatura y arte a través de los ojos de Marcel Proust.