Claudio Montana: el concierto como museo
- El rapero logroñés presentó sus canciones este miércoles en la sala But, que acogió la primera de sus tres citas en Madrid
- La vinculación personal y profesional del músico con el arte estuvo muy presente durante la actuación, plagada de símbolos culturales
Ana Latorre
"Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas cambiantes, ese montón de espejos rotos". Borges escribió estas palabras y estas palabras representan, precisamente, el sentir que ocupó este miércoles la sala But, donde cerca de 1.000 asistentes corearon las canciones que Claudio Montana presentó, de la mano de Nacho López y Marco Henri —creadores de la banda valenciana Ultralágrima— en el primero de los tres conciertos que ofrece esta semana en Madrid. Un concierto como un lugar donde ser y nutrirse. Un concierto como lugar de encuentro, homenaje y bálsamo. Un concierto como museo.
Claudio Montana no solo escribe canciones, también es investigador de arte contemporáneo y escritor. De hecho, frente a los ritmos frenéticos que marcan hoy en día la agenda musical, su repertorio es limitado y reposado. En Spotify encontramos únicamente diez temas suyos. El primero, publicado en 2019, Madrid & Dólares, aunque también podemos escucharlo en Bandcamp, donde está disponible su EP Chez Moi, perteneciente a ese mismo año. Se podría decir que saca canciones de tanto en tanto. Se toma su tiempo para pulirlas, no son cualquier cosa; y por ello cada uno de sus lanzamientos es recibido como un acontecimiento. Es lo que sucedió cuando, en febrero, anunció sus tres conciertos en la capital. Las entradas se agotaron en cuestión de minutos. Por primera vez ofrecía un show con este despliegue. Un bolo que evidenció, como su obra, su mar de inquietudes culturales.
Los guiños en sus canciones tomaron otra forma en cuanto el concierto arrancó, sobre las 21.05 horas. A partir de ese momento, un Snoopy en forma de globo hinchable apareció en la pantalla central. Sobre el azul intenso del cielo se leían los nombres de las personas implicadas en el proyecto, como el sello musical Rusia-IDK, el productor y compositor Yung Wiss, el arquitecto Pau Olmo o la diseñadora gráfica Miranda Pérez-Hita, entre otros. Después, otras dos pantallas mostraron a los lados un catálogo con imágenes de libros, colecciones de arte, películas y otras referencias culturales. Si en una pantalla aparecía la cubierta de Facendera, en la otra leíamos la palabra 'ladrillos', esencial en la novela de Óscar García Sierra. Con ello vimos también símbolos personales, pertenecientes al programa Tejidos Conjuntivos, donde Montana trabajó para el Museo Nacional de Arte Reina Sofía —junto a la fotografía se leía: "Tejer y tejer y tejer"—; al archivo del artista Isidoro Valcárcel Medina —sobre él codirigió junto a Manuel Padín un documental— y a objetos de valor sentimental, como una libreta de su madre donde tomó anotaciones para su TFG, o las fotografías que su abuela sacaba a las mujeres que peinaba en su peluquería. En la primera planta, un espacio quedó reservado para la venta de fanzines.
Carbone fue la canción que abrió un concierto donde el público, entregadísimo y conformado en su mayoría por veinteañeros, coreó —y grabó— todas esas canciones de apenas dos minutos sobre los pulsos a Madrid, el valor de la buena compañía y la herencia de intelectuales como el filósofo Theodor Adorno o el poeta Ángel González —pero también sobre la película Ken Park, de Larry Clark; la cantante Gabiella Casero o el artista José Pérez Ocaña—. También sobre la precariedad en la industria cultural, un asunto muy presente en la obra de Montana, que, en una de sus pocas intervenciones, pidió un aplauso para las cerca de cincuenta personas que le ayudaron a hacerlo posible. Gracias a ellas sonaron temas como La importancia de comer langosta, 55 Rayuelas, El paseo o azul azul.
En este sentido, invitó a subir al escenario a agosto, L'haine y Diego 900, que fueron recibidos con entusiasmo. En los últimos meses, Montana fue quien ocupaba su lugar durante sus actuaciones. Sin ir más lejos, en la sala But ya lo vimos el año pasado, al dar la sorpresa como invitado en la gira de La espalda del sol. Se hizo evidente, además, ese toque especial de Ultralágrima sobre los sintetizadores, dando un lugar también a las guitarras y los xilófonos. Para respetar los enigmas que acompañan la figura de Claudio Montana, no desvelaremos mucho más. El resto queda reservado para quienes se dejen ver hoy y mañana por las calles de Tribunal. Prometido que serán citas emocionantes. El público de este miércoles seguirá tarareando en su cabeza esa frase de Queens, "por aquella noche en la que fuimos ricos".