'Hotel Abuel' o cómo reunir a la generación Z en el geriátrico del futuro: el nuevo cómic de Marta Altieri
- La diseñadora recupera al protagonista de su webcómic 'Joselito' (2018) en su debut con Reservoir Books: ahora es Joselo
- 'Hotel Abuel' se adentra en un centro de mayores repleto de centennials que hacen streams, chismean y, sobre todo, desean gustar a los demás
- Amar, rabiar y matar a ritmo de Bad Bunny: 'La próxima vez que te vea, te mato', la nueva novela de Paulina Flores
Ana Latorre
Imagina llamarte Rosa, o Daniel, o Nora. Imagina tener 67, 76, 84 años. Imagina deshacer las maletas en un geriátrico que no es un geriátrico, sino un hotel. Imagina que se llama Hotel Abuel, que tiene un comedor para cenar kebab y un salón para bailar canciones de Arca. Imagina sortear con ironía las nubes de la demencia, darte unos besos cuando nadie te ve e intercalarlos con charlas espontáneas sobre la enfermedad, la duda y el goce. Imagina tener un compañero al que le pirra el romance. Su nombre es Joselo, aunque hace un tiempo, cuando andaba más firme y menos sordo, lo llamaban Joselito.
La directora de arte digital Marta Altieri recupera en su primer libro, el divertidísimo y tierno Hotel Abuel (Reservoir Books), al protagonista de aquel webcómic que publicó allá por 2018 y que tanto gustó a la comunidad tuitera. A lo largo de sus viñetas, combinadas con GIF, animaciones y vídeos de YouTube, relataba en vertical y en color azul chillón las penurias y obsesiones de Joselito, un chaval algo fantasioso que ahora, muchos años después, sigue pegado a su móvil. En realidad, no ha cambiado tanto. Si mira a su alrededor, imagina historias. No quiere que la muerte le sorprenda en el peor de los escenarios: sintiéndose solo.
Te despides de Joselito, pero no del todo. Ahora tiene unas cuantas arrugas y reside en el Hotel Abuel.
La propuesta de publicar este libro llegó por parte de Reservoir Books. Me animaron a hacer algo con Joselito en papel, pero no me sentía cómoda con eso, porque él pertenece a su ambiente original (el cómic en línea); no quería cambiarlo. Pero la idea de hablar de gente mayor me vino un poco al vuelo. Mis amigos, por razones, me empezaron a llamar 'el abuelo' y yo, como soy un poco obsesiva, empecé a pensar en ello. Paseando por un pueblo donde viví, me fijé en un centro para mayores que, en lugar de llamarse residencia, tenía un cartel donde ponía 'urbanización para mayores'. Me hizo bastante gracia. No imaginaba eso como una residencia, sino como el Hotel Abuel. Me preguntaba qué pasaría allí dentro. Me lo planteaba, más bien, como un internado, una especie de colegio mayor donde todos los días se ven un montón de humanos. Nosotras solo pensamos en la parte de la enfermedad, de los cuidados… pero ahí hay relaciones sociales, aunque sean pequeñas. Hay historias, mamoneo.
¿Llegaste a entrar?
No, no entré. Lo estuve pensando y la timidez no me dejó. Pero de ahí surgió la idea, porque me pregunté cómo seremos los más jóvenes, o mi generación, cuando seamos ancianos. Nos gustarán las cosas que a día de hoy nos gustan: el pasodoble de mi abuelo será mi reguetón. Pensé en la construcción del pop, en cómo será para nosotros en esa época... Hablando del pop como cultura popular. Y a Joselito lo mantuve porque le tenía tanto cariño que quería ver cómo envejecía.
No solo el contexto es distinto, sino también el formato de la historia. ¿Qué retos ha supuesto para ti pasar del formato digital al papel?
Bastantes. Cuando empecé con Joselito, mi escaleta era un poco más impulsiva, porque dibujaba, colgaba y no pensaba demasiado en la resolución de la historia. Pero en este caso sí me comprometí a crear un principio y un final. El proceso del guion fue mucho más largo. Si el libro lo hice en un año y medio, un año ha sido para el guion y seis meses para el dibujo. Para mí era muy importante que todo encajara a la perfección, porque era una obra coral, y yo siempre me había centrado en un personaje protagonista. También es verdad que han pasado muchos años y he aprendido muchas más cosas, así que el trabajo ha sido difícil, pero me ha gustado mucho.
En tus anteriores trabajos usabas muchos recursos digitales, animaciones… Cuando empezaste a publicar tus historias en Internet ¿te proyectabas dónde estás ahora?
Lo más difícil ha sido poder no utilizar animaciones y tener que expresar las cosas con un dibujo más plano. Pero la sensación de verlo en físico ha sido alucinante, un choque muy guay. Y no, no me planteaba sacar un libro, porque no pensaba que tuviera tanto que contar. Hacer cómics es una pasión que tengo desde muy chica, pero no me atreví a sacarlos hasta que me hice mayor, con 27, 28 años. Me daba mucha timidez hacer guiones, pero escribía para mí misma. Es algo que impone mucho, pero que fui capaz de romper. Han pasado muchos años desde que estrené Joselito, y cuando me plantearon publicar Hotel Abuel me alegré mucho, claro.
Se nota que lo has pasado bien. ¿Te animarás a publicar más libros?
Si me deja la editorial, sí. Por si acaso todo va bien, ya tengo escrita la segunda parte y parte de la tercera.
¡Cuántas ideas! Qué máquina de crear...
Es que al ser una obra coral no me dio tiempo a hacer más que un poco de presentación de los personajes y un nudo. Se quedaron fuera muchas historias que quería continuar, porque no iba a hacer un cómic de 500 páginas. Pero todos los días, antes de trabajar, en mis ratos libres de siete a nueve, me pongo con el móvil a apuntar cosas, así que al final me ha salido un chorro de ideas. A quien le guste el cómic, que sepa que va a tener abueles para rato.
Me hablabas de la presentación de los personajes. ¿Ha sido igual de fácil pensar en el Joselito veinteañero como en el Joselito mayor? ¿Qué preguntas te hiciste para definir las personalidades de los residentes de Hotel Abuel?
Más que hacerme preguntas, viví una especie de exorcismo personal. Saqué cosas distintas de todas mis personalidades... porque tengo una para cada momento. Metí partes de mí y añadí experiencias de amigas mías, personalidades de otras personas… Fue como juntar mis rasgos de personalidad y los de la gente que me gusta, agitarlos y echarlos en distintos contenedores.
A veces se cae en la infantilización de los mayores, pero en Hotel Abuel tú das a los personajes una voz, una autoridad.
En realidad, quería contar historias de gente mayor, pero no buscando que se salieran del cliché. Pensé en cómo sería yo de mayor, en cómo sería mi circulo. Ellos no van a ser personas que hagan croché o que jueguen a la petanca. Cuando tenga 70, quiero disfrutar de las cosas de las que disfruto ahora. Por ejemplo, veo a mi padre, que no es un viejo al uso. Tiene 75 años y se acuesta a las cuatro de la mañana porque está bailando salsa. Cada viejo va a ser distinto. Hay gente que será más mainstream y hará las mismas cosas de viejo, y luego habrá otros viejos únicos que tendrán su vida muy dispar.
En Hotel Abuel muestras a los abuelos del futuro, pero estos no se alejan tanto de nuestro presente. A tus personajes les importa recibir likes en sus vídeos de TikTok, pero hoy en día ya vemos a muchos creadores de contenido que pasan de los 70, 80 años y que comparten expresiones de la generación Z.
¡Sí, sí! Sigo a un montón, porque han sido una inspiración para mí. Hay una usuaria muy graciosa que sube vídeos como Get ready with me para ir al cementerio (Prepárate conmigo para ir al cementerio). Ella se pone guapa para ir a ver a su marido, que está enterrado, y se lo toma con mucho humor. También tengo en Instagram a un señor de setenta y pico que tiene de fondo a La mafia del amor de fondo y canta sus canciones. Pensé que a mí también puede que me ocurra eso, que en el futuro no me guste el reguetón de ahora, sino la música que en ese momento estén escuchando los de 20.
Es curioso que esta historia imagine el futuro de una juventud a la que, precisamente, le cuesta tanto pensarse en la vejez. El panorama es bastante pesimista.
Hay varias personas que me han dicho que el cómic les ha rebajado el miedo a envejecer, y eso me halaga muchísimo, porque suele pasar lo contrario. Nos están diciendo todo el tiempo que envejecer es lo peor; que debemos hacer rutinas y alimentarnos de tal forma, cuidarnos la piel con no sé qué… ¡Pero envejecer es lo bueno! O sea, es envejecer o morirte. No sé si estaremos bien económicamente, que bueno, ya veremos qué pasa con las pensiones. Pero, si pensamos en la salud, es bastante frecuente que esta se pierda, y la posibilidad de que, pese a eso, podamos tener romances y sentimientos de alegría es esperanzadora. Es lo que espero que pase.
Hablando de esperanza, en su momento Joselito funcionó muy bien en Twitter, que ahora se ha convertido en un lugar, para muchos, bastante hostil. Algunos usuarios se encuentran en un limbo entre esa plataforma y su alternativa, Bluesky. ¿Tú cómo gestionas esto, teniendo en cuenta que las redes sociales sirven también como espacios de promoción?
Cuando supe que pronto iba a sacar el libro y que Twitter se había convertido en un basurero, me dio mucha pena, porque ahí había creado una comunidad. Vivimos un momento bastante malo para todo tipo de promoción. Ahora tengo TikTok, lo que pasa es que eso no es lo mismo, porque es un lugar más de espectador, no de creación. También me quedan Instagram y Bluesky, que es una red social más minoritaria. Hay mucha gente que no se ha enterado de que está. Como usuaria estoy a la deriva, todo el día en TikTok y esperando a que salga un sitio nuevo que sea apacible. Con esperanza, a ver si lo encontramos.
El músico Marcelo Criminal reflexionaba sobre esto, pero trasladándolo a la promoción en el sector musical. En Substack escribió: "¿Cómo llegaban a la gente los artistas underground o independientes? Mi solución, al menos hasta que consigamos que sellos y promotoras se hagan responsables de la promoción, es la organización a pequeña escala, en persona u online alrededor de la comunicación acerca de la música que nos gusta. La nostalgia de blogs, foros o incluso fanzines puede ser mera nostalgia pero también la búsqueda de recuperar espacios de nicho que nos enriquezcan al tiempo que consigan ser tan pequeños que eludan las dinámicas del macrocapitalismo".
Sí, es que nos han quitado bastante voz. Es lo que dice Marcelo, que deberían ser las salas las que hicieran más promoción, porque si dependiera de los propios artistas, muchas veces sería imposible… En mi caso tengo la suerte de que Reservoir Books tiene un departamento de prensa. Pero si solo dependiera de las redes sociales, nadie se enteraría de lo que saco.
Aprovechando que estamos hablando de este asunto, ¿nos recomiendas la obra de alguien que te guste?
Hace mucho tiempo que, por motivos personales, no leo cómics, pero siempre me ha gustado mucho Simon Hanselmann, que, bueno, no necesita presentación. Otra persona a la que veo hacer cada vez más cosas guais y que me gustaría que publicara es Angie de la Lama. Hace unos cómics en los que habla mucho de sentimientos y cosas del día a día. Su obra es contemporánea, generacional. Está creciendo poco a poco y creo que va a hacer cosas muy interesantes conforme pasen los años.
¿Cuán lejos te gustaría que llegara Hotel Abuel? ¿Cómo lo recomiendas tú?
Puf, pues mira... Le mandé una captura del cómic al Chat GPT y entendió bastantes chistes y contextos. Eso me fascinó. Le pedí que me hiciera un diagnóstico geriátrico del cómic y me dijo que estaba en el espectro autista. Así que, si sospechas que tienes autismo, puede que te guste el cómic. O sea, no hace falta que seas autista para que te guste, pero bueno…
¿Te explicó la IA las razones de este diagnóstico?
Tengo la respuesta, la busco.
Sí, por favor…
"Si tuviera que asignarle un diagnóstico neurodivergente, diría que encaja dentro del espectro autista, en un perfil de personas con altas capacidades de observación, pero dificultades para la interacción social espontánea. También hay elementos que podrían sugerir TOC leve (la ritualización de los sentimientos y el análisis obsesivo de ciertos gestos o interacciones) y quizás algo de alexitimia, en la forma en que los personajes parecen más cómodos expresando afecto a través de pequeñas señales en lugar de verbalizarlo directamente".
Marta Altieri: un combo de humor salvaje y tierno
Nacida en Sevilla, en 1987, Marta Altieri es directora de arte digital y diseñadora. Ha publicado ilustraciones para las revistas El estado mental, Vice y Cáñamo. Tras realizar los fanzines Rehab Daddy (2016) y Slow Mono (2018), así como el exitoso webcomic Joselito (2018), formato al que regresó con El orden correcto (2022), presenta ahora Hotel Abuel.
Desde la editorial Reservoir Books lo definen como "una pequeña gran obra épica de su generación", y lo cierto es que llega como una propuesta bastante fiel a las expresiones del ámbito digital—pasar sus páginas se siente como hacer scroll—. Si bien para algunos contará con una oralidad peculiar, para otros servirá como una especie de abrazo, una forma de hacerle sentir en casa. Es tan divertido y tierno que resulta emocionante.
A lo largo de sus páginas, las experiencias de los seis residentes y de su auxiliar, Rocío, ofrecen una historia de la que destaca, sobre todo, un humor salvaje y, casi sin pretenderlo, político —Hotel Abuel dignifica las vidas de sus protagonistas y denuncia asuntos como la precariedad laboral a través del personaje de Rocío—. Se dirá que Joselo y sus compañeros viven como la generación Z, pero la clave es que lo hacen, simplemente, como lo que son: seres humanos con sus pulsiones, miedos y pasiones encerradas.