Evasión
Claudia Cardinale, la eterna musa del cine, sobre su vida y su legado: "Soy lo que no aparento"
- "Marcello Mastroianni decía estar enamorado de mí", explica la actriz
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La legendaria Claudia Cardinale, nacida en Túnez en 1938, fue una de esas actrices que marcaron un antes y un después en la industria cinematográfica. Ahora, a sus 86 años, y viviendo en París, la protagonista de Hasta que llegó su hora ofrece una mirada sincera y profunda sobre su carrera, su vida personal y las experiencias que la convirtieron en una de las más grandes estrellas de la historia del cine en una entrevista a El Cultural.
Recordando una escena clave en Hasta que llegó su hora (1968), en la que su personaje se despide de Armónica (Charles Bronson) con una mirada cargada de significado, la actriz subraya la trascendencia de ese momento como una de las definiciones de su carrera.
Aunque su imagen se ha visto rodeada de estereotipos y clichés, como sucedió con otros grandes como Marcello Mastroianni, Claudia Cardinale siempre fue mucho más que una diva. Su talento, versatilidad y magnetismo le permitieron destacarse en una industria dominada por figuras tan icónicas como Sophia Loren y Gina Lollobrigida, pero su misterio y su capacidad de reinvención la hicieron única. "Soy lo que no aparento", comenta, revelando su constante lucha por preservar una parte de sí misma lejos del ojo público.
Claudia comenzó su carrera de forma inesperada, en 1956, con el cortometraje Les anneaux d'Or, y en 1963, con los estrenos de El gatopardo de Luchino Visconti y Ocho y medio de Federico Fellini, su vida dio un giro trascendental. La actriz confiesa que trabajar en ambas películas al mismo tiempo fue "una experiencia interesante" pero de "emociones fuertes". Sin embargo, lo que realmente la cautivó fueron los guiones, que consideraba "tan grandes y tan buenos" que no podía hacer otra cosa que aceptar esos papeles.
En la entrevista, también recuerda con humor y serenidad las relaciones de trabajo con otras estrellas de la época, entre ellas, Marcello Mastroianni, quien, según revela Cardinale, "decía estar enamorado de mí". Sin embargo, ella explica con una mirada pragmática que, aunque el trabajo con él y otros grandes como Alain Delon o Burt Lancaster era relativamente fácil, lo esencial era la calidad de los proyectos que se le ofrecían. "Bastaba con leer el guion. Me parecían tan grandes, tan buenos, que no podía hacer otra cosa", explica con serenidad.
A lo largo de los años, Cardinale no solo conquistó el cine italiano y europeo, sino que también se convirtió en un puente cultural para su país, representando una Italia que aún se encontraba en su proceso de consolidación tras la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, a pesar de su éxito internacional, siempre se sintió un tanto ajena al mundo de Hollywood y a la fama misma. "Me sentía una extraña. Aun estando, una parte mía se encontraba en otra parte", confiesa.
Hoy, Claudia vive en Nemours, cerca de París, junto a sus dos hijos. En su hogar, además de continuar con su vida familiar, ha fundado un restaurante y un centro cultural, Le Picardeau, que se ha convertido en un punto de encuentro para creadores de todo el mundo. La actriz también apoya la creación artística a través de su Fundación Claudia Cardinale.