Evasión

La atracción más extraña del río Hudson es una isla rocosa supuestamente embrujada con un castillo en ruinas

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Víctor Ruiz

Nueva York es una de las grandes ciudades que mayor interés despierta a los turistas. Son muchos los planes que se pueden hacer dentro de los límites de la ciudad, pero más allá de su opciones recreativas es un destino que combina las raíces históricas con una belleza natural misteriosa y exuberante, y no nos estamos refiriendo al Central Park.

El río Hudson fluye a través de muchos estados, aunque es en Nueva York donde se puede disfrutar de su atracción más única y extraña con una isla rocosa supuestamente embrujada. Se trata de la isla Esopus, una zona de acampada en la que todavía se pueden oír los ecos de un pasado no tan lejano. Sin embargo, lo que más sorprende en este paisaje es el castillo que corona una de sus otras islas en las Tierras Altas de Hudson, ya que una construcción de estas características en los Estados Unidos es cuanto menos inusual.

Es en Europa donde los estadounidenses viajan con ganas de explorar fortalezas medievales, pero sin conocer las inusuales historias del Castle Ottis, en Florida, o este particular ejemplo justo en el medio del río Hudson.

La MTA Away, la red de transporte más grande de Norteamérica, ha calificado este lugar como "la atracción más extraña del río Hudson" y con razón. El Castillo Bannerman en la isla Pollepel se eleva casi desde el agua como una ruina fantasmal rodeada de naturaleza. Fue construido por el traficante de armas Francis Bannerman VI a principios del siglo XX, pero sin pretensiones de que este castillo se convirtiera en una residencia de cuento. Con inspiración claramente escocesa, esta fortaleza se diseñó como arsenal para albergar su equipo militar.

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La historia de la isla embrujada

A lo largo de los siglos, mucho antes de que este lugar de las Tierras Altas de Hudson contara con su castillo, la isla Pollepel ha sido un lugar de supersticiones y leyendas. Conforme avanza el río y se llega a un estrechamiento, en el que las montañas se alzan a ambos lados, el lugar se envuelve de un halo siniestro y de misterio. Las tribus nativas americanas creían que en este lugar vivían espíritus malignos, una historia que luego se apropiarían los marineros holandeses.

Estos marineros tenían una tradición algo inusual que se basaba en aplacar la ira de un legendario rey duende. Abandonaban a aquellos que llegaban por primera vez a la isla en su recorrido por el río Hudson y a la vuelta los recogían. Además, esta zona fue relevante en la Guerra de la Independencia, donde el ejército estadounidense trató de bloquear el avance de los barcos británicos instalando barreras submarinas de púas alrededor de la isla.

Fue en 1900 cuando Francis Bannerman compró la isla para convertirla en su fortaleza personal. Este comerciante de munición requería de un lugar apartado para conservar su excedente de stock, por lo que se aventuró a construir un lugar para dicho fin. Sin embargo, con raíces escocesas, aunque se crió en Brooklyn, decidió inspirarse en una de las fortalezas de las auténticas highlands.

Contaba con un gran almacén, rompeolas, torres y hasta se puede apreciar una parte de su muralla ya sumergida en el mismo río.

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Finalmente, en la década de los 50 el castillo fue abandonado por la familia Bannerman y el tiempo ha hecho estragos dejando el lugar como un simple recuerdo de un pasado. Un incendio en 1967 redujo la mayor parte del interior en polvo y escombros. Su aspecto, que ha ido poco a poco convirtiéndose en más siniestro, se vio modificado otra vez cuando un terremoto en 2009 derrumbó una de sus paredes.

El futuro es algo más optimista. A día de hoy el lugar pertenece al estado de Nueva York y es administrado por el Bannerman Castle Trust, quienes han trabajado para restaurar las partes más dañadas y visibles de la fortaleza.

Cómo visitar el Castillo de Bannerman

Explorar la isla por propia cuenta y riesgo está totalmente prohibido, pero si deseas ver el lugar con tus propios ojos hay visitas guiadas disponibles durante todo el año o hasta viajes en barco por el Hudson.

Una de las opciones más atractivas es la visita a pie y en barco por 45 dólares (43,09 euros). Esta incluye un paseo en barco de 30 minutos desde Beacon seguido por una exploración guiada de la isla de 45 minutos.

Otra de las opciones es la visita autoguiada (por el mismo precio). Aquí se puede ver la isla y las ruinas a tu propio ritmo. Además, el lugar ofrece eventos de temporada, como cine en el castillo, avistamiento de la mariposa monarca o producciones del Festival de Shakespeare del Valle de Hudson.