La mejor playa fluvial de Europa es portuguesa y tiene el agua a 30 grados: descubre cómo llegar
María León
La tierra tira mucho y es cierto que como en casa, en las playas de España, en ningún sitio. Gracias a su estupendo clima y, por supuesto, a su gastronomía, es muy difícil decirle adiós a la costa del Mediterráneo o a la del mar Cantábrico. No obstante, sí hablamos con propiedad la mejor playa fluvial no está aquí. Eso sí, el lado bueno es que no hay que irse muy lejos, ya que a tan solo 20 minutos de la Península encontramos esta joya portuguesa.
Estamos hablando de la playa fluvial de Mina São Domingos, también conocida como Tapada Grande, en la localidad de Mértola. Ha sido galardonada como la mejor de Europa en numerosas ocasiones y la verdad que sobran los motivos. Con sus aguas cristalinas y de tonos turquesas y sus grandes explanadas, es perfecta para ir en cualquier época del año.
Un auténtico oasis a 30 grados
Ubicada en el embalse de la presa de Tapada Grande, esta playa es la invitación perfecta a la tranquilidad y el relax. Sobre todo, porque sus aguas pueden llegar a alcanzar los 30 grados, algo que ni por asomo se parece a las que están bañadas por el océano Atlántico. Además, es ideal para quienes quieran evitar las grandes aglomeraciones y busquen un oasis donde disfrutar del agua y también del entorno. Más allá de la gran belleza del paisaje, esta playa también es de lo más funcional, ya que cuenta con varios premios que lo verifican: Bandera Azul, Calidad Oro y Playa Accesible.
Ahora bien, en Tapada Grande también es lugar para aquellos que son más aventureros, ya que la playa ofrece todo tipo de actividades, como canoas o hidropedales para explorar todos sus rincones.
Más que una playa
Más allá de la playa, Mértola también merece una visita. Este pueblecito atravesado por un acantilado está repleto de callejuelas con sus casitas blancas donde se respira tranquilidad. Además, su impresionante castillo es uno de los monumentos más emblemáticos de Mértola junto a la Iglesia Mayor, que se sitúa a pocos metros. Aunque si por algo se conoce a este pueblo es por su Torre del Reloj del siglo XVI, que sirvió por aquel entonces para defender la zona de los posibles enemigos. Sin duda alguna, la combinación perfecta entre naturaleza y patrimonio.