Evasión

Crítica de Hombre lobo: mucha emoción y pocos sustos en los oscuros bosques de Oregón

    Una de las escenas de 'Hombre lobo'

    Lucas del Barco

    Leigh Whannell, creador de la impactante El hombre invisible (2020), regresa con Hombre lobo, una reinterpretación moderna del mito clásico de la licantropía que llega a los cines después del Drácula (Nisferatu) protagonizado por la hija de Johnny Depp.

    En esta ocasión, el director apuesta por un enfoque más emocional, utilizando los vínculos familiares y las tensiones internas como base para un relato que mezcla drama y terror. Aunque logra conmover y destacar en sus momentos más íntimos, no esperen pasar mucho miedo.

    La historia sigue a Blake (Christopher Abbott), quien, tras heredar la antigua casa de su infancia en una zona rural de Oregón, decide trasladarse temporalmente allí con su esposa Charlotte (Julia Garner) y su hija pequeña. Lo que comienza como un intento de reconexión pronto se convierte en una pesadilla cuando un ataque inesperado los enfrenta a una criatura desconocida. A medida que los acontecimientos se desarrollan, Blake empieza a sufrir inquietantes cambios que lo transforman en algo inhumano, mientras Charlotte lucha por proteger a su hija y enfrentar la amenaza dentro de su propio hogar.

    Whannell se sumerge en esta reformulación de un clásico del terror, esta vez explorando el conflicto interno de una familia sometida a tensiones extremas. Los elementos más sólidos del filme están en las interacciones humanas. Las escenas entre Charlotte y su hija, o las conversaciones cargadas de dudas y temores, transmiten una autenticidad que sostiene la película incluso cuando los elementos de horror no alcanzan su máximo potencial. Julia Garner, lejos de su memorable registro barriobajeto de Ozark, se maneja bien entre la vulnerabilidad y la determinación por los oscuros bosques de Oregón. La atmósfera opresiva se utiliza con eficacia para generar tensión, apoyándose en la sensación de aislamiento y peligro inminente. Sin embargo, cuando llega el momento de entregar sustos o crear imágenes memorables del monstruo, la película se muestra más contenida de lo esperado. La transformación de Blake decepcionará a quienes busquen una representación tradicional de la licantropía.

    El punto de vista subjetivo desde los ojos de la criatura resulta visualmente complicado y rompe con la elegancia estética del resto del filme. En lugar de cerrar con un impacto, la película opta por un clímax que se siente algo apresurado y falto de contundencia, si bien resultan interesantes las escenas que rastrean las emociones humanas dentro de un contexto de terror. Whannell ofrece reflexiones sobre el hogar, la responsabilidad y los lazos entre padres e hijos, utilizando el género como vehículo para abordar temas universales. Sacrifica la intensidad de los terribles sustos en favor de las emociones en esta reinterpretación del hombre lobo con más corazón que capacidad para aterrorizar.