Evasión

Crítica de Juego de ladrones 2: Pantera: Gerard Butler no decepciona en dos horas sin tener que pensar

Gerard Butler

Informalia

La secuela Juego de ladrones: Pantera busca darle un giro contemporáneo al cine de atracos con una mezcla de adrenalina, humor y un inesperado enfoque en las relaciones masculinas. Esta vez, el endurecido Big Nick (Gerard Butler) y el astuto Donnie (O'Shea Jackson Jr.) se encuentran en lados opuestos, aunque compartiendo más similitudes de las que ambos querrían admitir. Es lo que se supone que va a ser pero se deja ver bien. En términos de acción, Pantera no decepciona.

En medio de un elaborado plan de robo, la película se construye sobre la química entre sus protagonistas y su compleja relación, marcada por respeto y rivalidad. El mayor atractivo de Pantera reside en la interacción entre Butler y Jackson Jr. Big Nick sigue siendo el clásico policía endurecido por el tiempo y sus propios demonios, mientras que Donnie, con un carisma más juvenil y un trasfondo ambiguo, le da un contrapunto refrescante. La película navega con acierto entre la acción desenfrenada y las tensiones emocionales, aunque a veces peca de forzar la dinámica de "amistad improbable".

Las escenas de robos y persecuciones están brillantemente coreografiadas, con un nivel de detalle que recuerda los mejores momentos del género. Sin embargo, el guion presenta altibajos: mientras algunos diálogos y giros son efectivos, otras veces la historia se siente apresurada y dependiente de clichés, especialmente en la resolución de conflictos. Visualmente, el filme adopta un tono oscuro y urbano, con una fotografía que refuerza el ambiente opresivo de los bajos fondos. Este estilo, combinado con una banda sonora que mezcla hip-hop y temas instrumentales, le da un aire contemporáneo que encaja bien con el carácter de la cinta. Sin embargo, a veces la dirección abusa de técnicas como el ralentí, restando naturalidad a momentos clave. Aunque no reinventa el género, Juego de ladrones: Pantera logra entretener y mantener la tensión durante la mayor parte de su metraje. Es una cinta que sabe jugar con las expectativas del espectador, construyendo una relato predecible pero con suficiente acción y personalidad como para destacar en un género que a menudo se repite.