El delirio onírico de Dalí vuelve al teatro: 'Bacchanale' en el Círculo de Bellas Artes
- El Teatro Fernando de Rojas, en el epicentro dorado del Círculo de Bellas Artes de Madrid, acoge un hecho histórico que vibra con la energía de los sueños desbordados: los telones originales del ballet 'Bacchanale', concebidos por Salvador Dalí
- Este es el Dalí más grande del mundo: dónde y cuándo ver la obra original (por primera vez en España)
Lucas del Barco
El Teatro Fernando de Rojas, en el epicentro dorado del Círculo de Bellas Artes de Madrid, acoge un hecho histórico que vibra con la energía de los sueños desbordados: los telones originales del ballet Bacchanale, concebidos por Salvador Dalí, se despliegan como un caleidoscopio surrealista por primera vez en España. Una danza de colores y formas irrumpe entre los ecos de Wagner y los susurros de la locura de Luis II de Baviera, uniendo la estética insólita del genio catalán con los caprichos de la historia y la mitología.
De Tannhäuser al Monte de Venus
En Bacchanale, el drama no se contenta con ser drama; necesita la sublimación de lo irreal. Luis II, el monarca atrapado entre el esplendor y el abismo, se proyecta en Tannhäuser, el trovador del Monte de Venus en la leyenda medieval que Wagner transformó en ópera. Este Monte no es solo un lugar físico, sino una promesa de excesos, placeres y redención, un escenario perfecto para que Dalí desplegara su imaginación desbocada.
Dalí, siempre Dalí, convirtió este mito germánico en una sinfonía visual que transita entre lo absurdo y lo sublime. Los telones y lienzos que diseñó para la producción del Ballet Russe de Montecarlo en 1939 son testimonio de su capacidad para fusionar lo teatral con lo trascendente, donde cada pliegue de tela y cada pincelada desafían las leyes de la lógica.
Un ballet tejido de nombres ilustres
Pero Dalí no estuvo solo en esta aventura. Como un demiurgo que convoca a sus iguales, contó con la complicidad de mentes tan excepcionales como la suya. Coco Chanel, con su elegancia intemporal, aportó su magia para el diseño del vestuario. Alexandre Schervachidze, príncipe y escenógrafo, trajo consigo el hálito aristocrático del viejo mundo. Y Léonide Massine, coreógrafo visionario, tejió los movimientos del cuerpo humano con los paisajes mentales de Dalí, en una coreografía que elevó la locura a la categoría de arte puro.
El resultado fue una pieza que escandalizó y fascinó, como todo lo que tocaba Dalí. Estrenado en 1939, Bacchanale es más que un ballet: es un espectáculo total, un manifiesto surrealista en movimiento.
El retorno de un tesoro oculto
Tras el cierre del Ballet Russe de Montecarlo en 1968, los decorados y telones de Bacchanale desaparecieron del circuito cultural para refugiarse en la Universidad Butler, en Indiana, un lugar tan improbable como discreto para albergar semejante tesoro. Ahora, después de décadas de sombra, estos lienzos regresan a la luz.
El Teatro Fernando de Rojas ha sido el elegido para este reencuentro con la historia. Desde el 22 de diciembre hasta el 6 de enero, los espectadores podrán contemplar no solo el monumental telón, sino también los cuatro lienzos que lo acompañan, en una muestra que reúne por primera vez en España este conjunto visual de Dalí en su totalidad.
El escenario como templo surrealista
Dalí pensaba en grande porque su genio no cabía en los márgenes convencionales. El escenario no era para él un lugar de tránsito, sino un templo donde lo visible y lo invisible se reconciliaban. Los decorados de Bacchanale convierten el Monte de Venus en un espacio de desbordante sensualidad, donde cada elemento es un símbolo y cada símbolo es un misterio.
Imaginemos, por un momento, que el teatro se transforma en un santuario donde los colores saturados, las formas imposibles y las perspectivas vertiginosas nos invitan a abandonar las ataduras del sentido común. En esta danza entre lo visual y lo narrativo, Dalí no solo complementa la música de Wagner, sino que la reinterpreta, añadiendo capas de significado que elevan el espectáculo a una experiencia multisensorial.
El legado de un genio sin fronteras
El regreso de los decorados de Bacchanale es más que un homenaje a Dalí: es una afirmación de que el arte, cuando se despliega con la libertad de un sueño, no tiene límites ni caducidad. En un tiempo en el que las narrativas parecen agotarse, el surrealismo de Dalí sigue recordándonos que el verdadero arte es el que desafía, sorprende y, sobre todo, transforma.
Mientras los telones se alzan en el Teatro Fernando de Rojas, el espectador se convierte en un peregrino que asciende al Monte de Venus, guiado por la mano de Dalí. Allí, entre la locura de Luis II, las notas de Wagner y las pinceladas del genio catalán, se encuentra el auténtico milagro: el arte como revelación y como delirio.
Porque, como bien sabía Dalí, solo en el delirio encontramos la verdad. Y en Bacchanale, como en la vida, la locura no es un desvío, sino el único camino hacia lo eterno.