Crítica de 'Yo, adicto': el resacón emocional de una de las mejores series del año: incómoda, cruda y soberbia
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David Saiz
Yo, adicto es la serie más cruda, incómoda y dura del año. También una de las mejores que se han estrenado en España. Probablemente, la mejor. El resacón emocional que deja va más allá de los seis capítulos que tiene esta ficción que llegó hace unas semanas a Disney+ y que, sí o sí, tiene que ser una de las que veas antes de acabar este 2024. Es fundamental.
Yo, adicto es la adaptación del libro que escribió hace unos años Javier Giner, guionista y conocedor de todos los secretos de la trastienda de la industria audiovisual como jefe de prensa, entre otros, de las películas de Pedro Almodóvar. Atrapado en una espiral de adicción al trabajo, al alcohol, las drogas y el sexo, Giner ingresó en una clínica de desintoxicación. Lo hizo dos veces, porque cuando de verdad tocó fondo vio que no había otra salida. Era el momento de parar, agachar la cabeza y pedir ayuda.
La serie, creada por el propio Giner y Aitor Gabilondo (Patria), es un relato sobrecogedor de la tiranía de las drogas, pero también un impactante proceso de reconciliación con uno mismo, la relación con la culpa, la influencia (a veces tóxica) de la familia y, sobre todo, un ajuste de cuentas con los miedos que perturban y alteran una existencia vital, esos que a veces te pueden arrastra hasta la miseria más absoluta del ser humano. Es en ese límite donde se mueve la serie, haciendo equilibrios sobre un alambre que delimita la caída al abismo total de la supervivencia, el cambio y la segunda oportunidad.
Yo, adicto revuelve, provoca, altera y emociona con la evolución de un personaje odioso y oscuro que, después de ver lo peor de sí mismo, comienza a dejar atrás los nubarrones que atormentaban su vida y deja que la esperanza se cuele por las rendijas que se abren cuando el mono comienza a desaparecer. Para conseguir todo esto es fundamental el colosal trabajo que hace Oriol Pla (Girasoles silvestres, Dime quién soy) como Javier Giner. Se echa a las espaldas una serie completa haciendo un ejercicio soberbio de interpretación. Ojalá se lleve todos los premios del año.
La relación con sus padres -hay un capítulo clave lo que explica todo- y la que traza con sus compañeros de la clínica de desintoxicación llena de segundarios estupendos una serie por la que pasan Nora Navas, Alex Brendemühl, Victoria Luengo, Ramón Barea, Itziar Lazkano, Bernabé Fernández, Marina Salas, Omar Ayuso, Catalina Sopelana y Pilar Bergés.