Evasión
Ramón Freixa crea en exclusiva para nuestros lectores el menú Puccini Aniversario: probamos su cena 'de ópera' en el Teatro Real
- Desde su restaurante Papagena, y a sugerencia de Evasión, el gran chef catalán crea para nuestros lectores un 'Menú Puccini de Aniversario' inspirado en el origen, la obra y el temperamento del compositor de La Bohème, Tosca y Madama Butterflay, fallecido hace cien años
Luis Cepeda
Se cumplen cien años del fallecimiento de Giacomo Puccini. Ocurrió en Bruselas, donde trataba de vencer un cáncer de laringe, a punto de cumplir 66 años y lejos de Lucca, en la Toscana, donde había nacido. Su casa, Villa Puccini, en su Lucca natal, en La Toscana, es, desde entonces, sede de su ilustre museo y en la capilla reposan sus restos mortales. Aunque dispuso de domicilios diversos, la Torre del Lago, cerca de la costa del Tirreno, fue su residencia más habitual. Desde allí expandió su genio musical al mundo al igual que tantos toscanos universales como Dante, Boccaccio, Leonardo, Miguel Ángel, Galileo, Maquiavelo, los Médici o su coetáneo Amadeo Modigliani lo hicieron en las Letras y el Arte, la ciencia, la política, el mecenazgo o el papado.
Sucesor de Verdi, quien lo consideraba "guardián del sello de la melodía italiana", se dice que no hay teatro de ópera del mundo que no programe cada año algún título suyo de éxito seguro. Puccini ha sido el más eminente de los autores de ópera italianos si nos atenemos al número de representaciones mundiales de tres de sus obras –La Bohème, Tosca y Madama Butterflay–, un logro solo equiparable a otras tres de Mozart: La flauta mágica, Las Bodas de Fígaro y Don Giovanni. Entre ambos acumulan seis de las diez más representadas en la historia de la música junto con Carmen, de Bizet, La Traviata y Rigoletto, de Verdi y El barbero de Sevilla, de Rossini, según el sondeo efectuado por el referente teatral de la música clásica www.operabase.com.
Miembro de una célebre dinastía de músicos toscanos a quienes alude la profusión de nombres con que fue bautizado, Giacomo Antonio Domenico Michele Secondo María Puccini, discípulo en Milán de Amilcare Ponchielli –autor de La Gioconda y la inmortal Danza de la Horas–, fue un visionario de la modernidad musical que incluso se anticipó a las bandas sonoras del cine de misterio. Puccini instalaba intriga y emotividad solemne en los acordes previos a los episodios escénicos más dramáticos de sus óperas, dotándolos de atmósfera inquietante y expectación añadida; todo un signo de su intensidad creativa.
También fue avanzado y moderno en sus aficiones. Lo fascinó el automóvil desde su aparición y debido a la fortuna forjada con el éxito de sus óperas se permitió adquirir cuanta novedad automotriz se le antojaba. La primera de ellas, el magnífico De Dion-Bouton 5 CV presentado en la feria de Milán en 1901, donde había acudido a supervisar la representación de Tosca en la Scala.
Disfrutaba del automóvil en todo desplazamiento, por inmediato que fuera y cosechó no pocas multas y algún accidente a causa de su pasión por la velocidad y el vértigo de la conducción temeraria. De hecho, puede considerársele precursor de los vehículos todo-terreno, pues encomendó a su amigo Vicenzo Lancia la construcción de un coche que le permitiera transitar por los alrededores de su residencia de Torre del Lago, rodeada de espacios agrestes y acudir a paradas cinegéticas –su gran afición campestre y gastronómica–, un capricho que le costó el equivalente a 300.000 euros actuales.
Físicamente atractivo, buen conversador y protagonista social, su fama de seductor también fue notoria y llegó a implicarle en algún episodio grave. Lo mismo que su afición desmedida a fumar cigarrillos –como los elegantes y exóticos Muratti y Abdula a los que era tan aficionado–, lo que le condujo, muy probablemente, a su temprano fallecimiento.
Escenario favorito
La relación que mantuvo con España fue particularmente intensa, pues su excelencia musical fue reconocida de inmediato, pese a la generalizada pasión por Wagner de la influyente Sociedad Filarmónica Madrileña, fundada en 1901 por Agustín Lhardy y Félix Arteta y seguida por centenares de entusiastas del bel canto, frecuentes manipuladores de la programación del Teatro Real. Cierto es que el propio Puccini había visitado Madrid en marzo de 1891 para asistir al estreno de su ópera Edgar. "Puccini entró con buen pie en Madrid", según las crónicas de la época.
El 4 de noviembre de 1893 estrenó Manon Lescaut; el 17 de febrero de 1900, La Bohème para inaugurar la temporada del Real 1900-1901 y el 15 de diciembre Tosca, donde el restaurante Lhardy sirvió el buffet del estreno y prestó su lujosa colección de candelabros de plata para escenificar todas de las representaciones. El éxito de La Bohème, en concreto, generó un bis que incluso aplaudieron todos los miembros de la orquesta, lo que consolido y popularizó la autoridad operística de Puccini en España.
Más adelante, el 20 de noviembre de 1907, se inauguró la temporada del Teatro Real con Madama Buttterfly, estrenada tres años antes en Milán y en 1925 La Bohème fue la ópera que clausuró el coliseo madrileño ante los problemas estructurales del edificio. Finalmente, en febrero de 1997 –primera temporada tras la reapertura del Teatro Real– se presenció por fin en Madrid Turandot, la ópera póstuma de Puccini. Desde entonces han sido numerosas las ocasiones en las que Puccini ha protagonizado la programación del Teatro Real, tanto con Madama Butterfly, Tosca, La Bohème o Turandot, cuatro títulos que el público español idolatra.
Menú de aniversario, por Ramón Freixa
Además de director gastronómico del restaurante que lleva su nombre en el barrio Salamanca de Madrid, el chef de vanguardia Ramón Freixa –distinguido con 2 Estrellas Michelín y 3 Soles Repsol– también dirige el restaurante Papagena en el Teatro Real. Ante el centenario de Puccini, Ramón Freixa ha tenido la gentileza de crear, a sugerencia de El Economista, un Menú Puccini de Aniversario inspirado en el origen, la obra y el temperamento en compositor.
El Xia Long Bao. Empanadillas o gyozas cocinadas en vaporera de bambú, de la tradición oriental, rellenas de un guiso de carrillera acompañado de jengibre frito, mayonesa picante y cebolleta china, inspiradas en Madama Butterfly y Turandot, las óperas de Puccini escenificadas en Japón y en China respectivamente.
Cannelloni de pollamen e verdure. Los canelones son el plato más icónico y tradicional de la Toscana. En este caso están elaborados con láminas de pasta fresca rellenas del asado de tres aves: pollo de corral, pintada y pato –un guiño a la predilección por la caza del músico–, con bechamel y verduras del asado, napadas con salsa de trufas, boletus y foie.
Torrija de panettone. Como es posible que Puccini catara las clásicas torrijas españolas cuando residió en Madrid durante la Semana Santa de 1891, se ha efectuado una torrija de pan brioche empapada tres horas en una infusión de leche fresca, vainilla de Madagascar, canela, piel de limón y agua de azahar, caramelizada luego para obtener una capa crujiente exterior y gusto a panettone por dentro, guarnecido con sus habituales frutos secos.
Se alude con este postre a los panettoni que Puccini regalaba cada Navidad a sus amistades y que involuntariamente envió a su rival en amoríos –aunque respetadísimo director de sus óperas–, Arturo Toscanini. Para enmendar un equívoco del que pudiera deducirse un gesto de reconciliación, envió un telegrama al director musical en cuanto se percató del fallo, con una frase: "Panettone enviado por error", al que Toscanini contestó con otro: "Panettone saboreado por error".