Evasión

Qué cuenta Angela Merkel en sus memorias: cobró un anticipo de 12 millones y pronosticó el ataque ruso a Ucrania

  • Merkel lanza sus memorias, Libertad. Recuerdos 1954-2021. Un volumen de 700 páginas que se presenta como un manual para descifrar los códigos de la política global
Angela Merkel

Sara Tejada

En la vasta geometría del poder, Angela Merkel se alzó como una figura de líneas firmes y sombras impenetrables. Gobernó Alemania durante 16 años, entre 2005 y 2021, dejando una estela de decisiones que no se miden solo en leyes o tratados, sino en la forma misma en que Europa se mantuvo en pie. Ahora, con la precisión quirúrgica de quien ha analizado el mundo desde dentro, Merkel lanza sus memorias, Libertad. Recuerdos 1954-2021. Un volumen de 700 páginas que se presenta como un manual para descifrar los códigos de la política global.

No es casualidad que este testimonio haya desatado una frenética pugna editorial en la Feria del Libro de Fráncfort de 2023, donde su traducción se negoció a ciegas para más de 30 idiomas. La editorial Kiepenheuer & Witsch desembolsó 12 millones de euros como anticipo, pero el legado de Merkel promete ir más allá del beneficio económico. Su historia no solo narra hechos; ilumina las mecánicas invisibles que sustentan la política contemporánea, desde el pragmatismo más sobrio hasta las estrategias que se trazan en las fronteras del miedo y la audacia.

El temple de una estadista

Angela Merkel, nacida en Hamburgo en 1954, no se formó para ser líder de una de las economías más poderosas del mundo. Era científica, doctora en física cuántica, y su aproximación a la política siempre tuvo algo de laboratorio: hipótesis claras, análisis minucioso y resultados medibles. Bajo su mandato, Alemania fue un pilar de estabilidad en una Europa que enfrentaba crisis económicas, el auge de los populismos y tensiones geopolíticas.

Esa misma claridad de propósito se traduce en las anécdotas que despliega en sus memorias. Está, por ejemplo, su encuentro con Donald Trump en 2017, un episodio que muestra la distancia entre sus formas de entender el poder. Frente al magnate que dominaba el plano emocional, Merkel persistió en el lenguaje de los hechos. Ante los fotógrafos que clamaban por una imagen de un apretón de manos, Trump se negó y Merkel insistió. "En ese momento entendí que hablábamos en dos niveles distintos", confiesa.

Pero si Trump encarnaba la excentricidad, Vladimir Putin representaba para Merkel un ajedrecista de otro calibre. Lo describe como un hombre siempre alerta, un maestro en el arte de humillar a sus interlocutores. En un detalle que roza el simbolismo psicológico, recuerda cómo, en su primera reunión, Putin dejó entrar a su perro labrador negro, consciente de la fobia que ella sufría desde que un perro la mordió en 1995. Merkel, imperturbable, sostuvo la mirada al animal y al líder ruso. Era un duelo silencioso, de los que no aparecen en las crónicas oficiales, pero que definen la esencia del poder: saber enfrentar los miedos propios sin ceder ante el adversario.

La visión de Europa y el presagio de Ucrania

Quizás el momento más escalofriante de estas memorias es cuando Merkel alude al conflicto en Ucrania. Según la excanciller, no solo intuyó el ataque ruso, sino que intentó, desde los márgenes de sus funciones, preparar a Europa para esa posibilidad. Su conocimiento de la personalidad de Putin y su análisis de las tensiones entre Oriente y Occidente le llevaron a alertar a sus colegas europeos. Sin embargo, como escribe con su característica templanza, "hay advertencias que se pierden en el eco del optimismo".

Retrato íntimo: el silencio como arma

A lo largo de las páginas de Libertad, Merkel no solo disecciona los grandes temas de la política mundial; también permite vislumbrar retazos de su vida personal, un territorio que siempre mantuvo hermético durante su mandato. El título del libro, que evoca la libertad como concepto y como lucha, refleja su propia biografía: una niña criada en la República Democrática Alemana, que creció entre las restricciones de un régimen comunista, aprendiendo a calibrar cada palabra y cada gesto.

Ese aprendizaje forjó a una líder que prefería escuchar antes que hablar, analizar antes que actuar. Era capaz de imponer su autoridad en una reunión internacional sin levantar la voz, simplemente desplegando argumentos como piezas en un tablero. Merkel fue, y sigue siendo, una maestra del equilibrio, esa cualidad casi imposible que permite a una nación mantenerse fuerte sin ser agresiva, y flexible sin ceder a la presión.

La lección de un legado

Ahora, retirada de la política activa, Angela Merkel entrega al mundo un compendio que no es solo un testimonio, sino una guía de cómo navegar en aguas turbulentas. Sus memorias no son un ajuste de cuentas ni una exaltación de sus logros; son, más bien, una invitación a pensar el poder desde la perspectiva de quien ha vivido en sus entrañas.

En un momento en que los líderes globales se inclinan hacia la polarización o el espectáculo, la figura de Merkel resalta como un recordatorio de que la fuerza no necesita alardes y que el éxito puede medirse, no en aplausos, sino en estabilidad. Su estilo, sobrio hasta lo ascético, es una lección en sí mismo: no se trata de ser la más brillante, sino la más constante; no de ganar todas las batallas, sino de evitar las guerras innecesarias.

Angela Merkel, la canciller que predijo tormentas y se mantuvo firme en la tempestad, deja tras de sí un legado de 16 años que no se mide en cifras, sino en una idea: la política, en su mejor versión, es el arte de mantener el equilibrio en un mundo que siempre tiende al caos.